El estrés postraumático es un trastorno presentado en alguien que fue testigo de un hecho violento, que haya puesto en riesgo su vida o la de una persona cercana. “Al mes de ocurrido el evento, 30 por ciento de las personas tienen la posibilidad de desarrollar síntomas que pueden ser de hipervigilancia, hiperexcitación, reexperimentación del evento o evitación de éste”, explicó el doctor Mariano Guardado Estrada, académico de la Licenciatura en Ciencia Forense de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Existen estudios que indican que el 60 por ciento de la población, a lo largo de su vida, está expuesta a padecer violencia física, sexual o desastres naturales, como ocurrió el pasado mes de septiembre con los sismos y, aunque la mayoría de los afectados puede superar esta condición (resiliencia), hay un 5 por ciento que no lo logra.
“El estrés postraumático merma la calidad de vida de las personas que lo padecen porque pierden la capacidad de concentrarse, la calidad del sueño es muy pobre y eso puede ir afectando sus áreas laborales, sociales o incluso su relación de pareja.
“Cuando hablamos de un caso forense, inmediatamente tenemos el concepto de que hay un crimen, una víctima y el posible sospechoso; en la parte de atención a víctimas del delito, se tiene que dar atención psicológica y psiquiátrica. La Ciencia Forense se enfoca en resolver el hecho delictivo, sin dejar de lado la atención a las víctimas de estos hechos”, indicó.
Por esta razón, el especialista en Genética y Biología Molecular desarrolla una investigación que busca ofrecer mayores herramientas para que el psiquiatra pueda identificar el estrés postraumático lo antes posible en casos de violencia.
El estudio analiza la expresión del gen NR3c1 para el diagnóstico de estrés postraumático pues, de acuerdo con lo reportado en la literatura, se ha visto disminuida en pacientes que presentan el trastorno.
La muestra se obtuvo a través de sangre periférica para tratar de hacer una correlación con los cambios que pudieran ocurrir en el sistema nervioso central en los pacientes con este trastorno. “En condiciones normales, cuando ocurre el estímulo de estrés, se activa el hipotálamo para secretar la hormona corticotropina para producir cortisol, que es la hormona que nos permite soportar el estrés y nos prepara para el ataque”, expuso.
En el estudio participaron miembros de la Secretaría de Marina (Semar), institución federal con la que la UNAM tiene un convenio académico, y que ha facilitado la realización de la investigación.
Por su actividad, los miembros de las fuerzas armadas están comúnmente expuestos a hechos violentos y se estima que la prevalencia de este trastorno puede ser de hasta un 20 por ciento en dicha población.
A decir del doctor Guardado Estrada, la colaboración con la Semar y con el doctor Ángel Ruiz Chow, quien se desempeñó como psiquiatra en dicha institución y actualmente se encuentra en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía «Manuel Velasco Suárez», ha sido fundamental para el desarrollo de la investigación, pues una persona con estrés postraumático podría tener resistencia a participar en un estudio de este tipo, ya sea por desconocimiento o desconfianza.
Tras generar el banco de información, ahora se encuentra en la parte del análisis de datos y la cuantifica-
ción del gen, que se realizará en el Instituto Nacional de Medicina Genómica. “Dependiendo de los resultados, podríamos buscar otros genes que puedan estar alterados y empezarlos a probar en un tipo de muestra mucho más grande”, adelantó.

Mariana Montiel