En la dieta mexicana tenemos una gran cantidad de alimentos ricos en antioxidantes, como los jitomates, los tomates, las nueces, las almendras, las pasas, el limón, la naranja y la mandarina. “Verduras y frutas de colores muy vistosos, como las verduras de hojas verdes (lechuga, espinaca etc), pimientos verdes, rojos y amarillos, tienen una alta cantidad de antioxidantes”, aseguró la doctora Selva Rivas Arancibia, investigadora del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UNAM.
La experta resaltó la importancia de obtener los antioxidantes mediante la dieta, no en suplementos, ya que son concentrados y sólo funcionan cuando realmente existe una enfermedad y se prescribe tratamiento. “Cuando estamos sanos, en un equilibrio de óxido reducción, y decidimos tomar antioxidantes que compramos en la farmacia, ya sea vitamina D, vitamina E o cualquiera de éstos, se va a presentar un efecto prooxidante, porque no los necesitamos”, refirió.
Por el contrario, si los pacientes tienen alguna patología, como una gripa, estas vitaminas actuarán como antioxidantes en presencia de un estado de estrés oxidativo, que se refiere a la pérdida del equilibrio entre los prooxidantes y los antioxidantes.
“Cuando aumentan los radicales libres y otras especies reactivas de oxígeno, las defensas antioxidantes endógenas, como la enzima superóxido dismutasa, el glutatión y las tirorredoxinas, se encuentran tan disminuidas que son incapaces de contrarrestarlos para lograr el equilibrio de óxido-reducción o redox”, explicó la doctora Rivas Arancibia.
El estrés oxidativo está asociado con enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, el Alzheimer, la enfermedad de Huntington, la esclerosis lateral amiotrófica y la esclerosis múltiple, pues están correlacionadas con una pérdida de la regulación de la respuesta inflamatoria y esto lleva a que la enfermedad siga avanzando con el tiempo.
Mariana Montiel