Los sueños, ¡qué cosa tan más compleja!, ¿no? Es increíble lo mucho que de ellos se puede desprender, ahí no existen límites ¿imaginación? ¿Será eso lo que pasa en los sueños? ¿Magia? ¿Realidad?

Algo es un hecho, los sueños son como una paleta de colores, hay unos más coloridos, otros más oscuros, otros de los que simplemente quieres huir y aquellos que simplemente son tan bellos que quieres conservar contigo por siempre. Eso el vendedor de sueños lo sabía, había nacido para ello, y era su trabajo.

Uno de los sueños más hermosos que ha recolectado fue el de una joven de 27 años llamada Hassiel, a quien la desgracia seguía. Siempre había deseado un hijo, pero el constante recordatorio de que quizás aquella criatura nacería con su mala suerte había hecho que utilizara desde pastillas anticonceptivas hasta implantes y el dispositivo intrauterino.

Aun así, su deseo fue mayor y tuvo una niña, a quien le daba de comer de su seno materno, porque sabía que era el mejor alimento. Un día se quedó dormida y comenzó a soñar que un hombre la perseguía y quería quitarle a la niña. Justo en el momento en que él estiraba sus brazos para arrebatársela una flecha de luz lo atravesó y la joven despertó de golpe.

Aún tenía a su pequeña hija en brazos, todo había sido un sueño, hasta que vio una flecha tirada a su lado. El vendedor de sueños le explicó que había estado a punto de morir realmente y alguien con gran poder la había salvado; ahora, esa flecha contenía su sueño, el cual era increíblemente valioso, y él lo quería. A cambio le dio seis sueños que tenía en ese momento, y la chica le regaló uno a cada miembro de su familia, lo que comprobaba su corazón noble, a pesar de que la desgracia la seguía.

El vendedor de sueños se fue con la flecha bajo el brazo, cuando de repente vio a un hombre en un hospital. Era una persona mayor que desde niño había tenido crisis epilépticas. Cuando tenía 10 años ya conocía perfectamente el nombre de los medicamentos que tomaba diariamente, y los que utilizaban para cuando lo hospitalizaban.

Se sentía orgulloso de poder decir palabras complejas como lamotrigina,  la dosis que tomaba y cada cuántas horas; impresionaba a sus amigos comentando acerca del diazepam y que se lo colocaban vía intravenosa, y cómo los doctores se movían para estabilizarlo. Como no había respondido a medicamentos como el valproato de magnesio ni a la carbamazepina, contaba anécdotas fantasiosas a sus amigos y era increíble.

Pero esta persona, que ahora tenía 90 años y que había pasado gran parte de su vida en hospitales, tenía un sueño: quería dejar de existir. Cuando el vendedor de sueños llegó a él no pudo evitar llorar. Deseaba que pudiera hacer algo por él, acabar con “sus miedos y sus demonios”, pero no podía, la única ayuda que podía brindarle era que, en sueños, el hombre no sufriera, quitar ese constante recordatorio y dejarlo soñar con cualquier otra cosa, menos con algo que incluyera su vida, aunque sea para darle paz por unas horas.

La vida de un vendedor de sueños no acaba por envejecimiento, hay un fino equilibrio que se debe mantener entre los sueños increíbles y los malos, de ello depende su vida: entre mayores pesadillas recolecten sus almas se acabarán más pronto.

Por desgracia, los sueños increíbles escasean mucho, la gente se ha olvidado de vivir, de dejar que su imaginación vuele. Ha olvidado cómo reír sin que sea a costa de otros, ha olvidado lo que significa ser amable, ser feliz. No se da cuenta que las cosas más simples nos podrían alegrar: una simple flor, una buena comida, un café con alguien que amas, una sonrisa, infinidad de cosas tan ínfimas que hacen de la vida algo tan único y diferente, que simplemente no se aprecian.

Al vendedor de sueños le encantaría poder arreglar el mundo, pero cada vez recolecta más pesadillas; él desaparecerá, el miedo lo invadirá y quedará en el olvido. Sólo un sueño tan valioso, tan lleno de felicidad y de luz podía salvarlo milagrosamente, como fue el de Hassiel, la joven de la mala suerte, quien lo salvó de la desgracia.

Carmen Hernández, alumna de la Licenciatura de Médico Cirujano