¿Cómo reconocemos a una persona con ideación suicida?, ¿De qué forma podemos apoyar?, ¿Cómo se puede prevenir?, fueron algunos de los cuestionamientos que surgieron dentro del foro de preguntas y respuestas “Lo que siempre quisiste saber y no te atrevías a preguntar sobre suicidio”, organizado por el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina.

“No hay señales tan orientadoras para prevenir un evento, pero sí podemos reconocer el sufrimiento del otro, por ejemplo, en alguien que no hace contacto visual, no habla, está retraído, baja su productividad y se aleja de sus intereses”, aseguró el doctor Rodrigo Corona Amezcua, quien ha colaborado en la Clínica de Trastorno Bipolar y en el Centro de Ayuda al Alcohólico y sus Familiares del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”.

Por ello, recomendó no basar las relaciones en la tecnología, pues la mensajería instantánea aleja a las personas y hace imperceptible las sensaciones, tonos de voz y expresiones que pueden alertar al familiar o amigo. “Aunque una persona no sepa pedir ayuda, el vínculo nos cura y es bidireccional”, insistió.

El especialista reconoció que, entre otras razones, por el estigma, el miedo de acudir al médico, o la dificultad para pedir ayuda, existen personas que sufren y debaten si los problemas que enfrentan en la vida tienen solución. “Cuando a alguien ‘se le cierra el mundo lo suficiente para que sea un túnel’, puede ser que considere que la única salida que queda es morirse”, refirió.

En este sentido, toma relevancia la educación emocional, que se centra en la capacidad de saber reconocer nuestros sentimientos y comunicarlos para poder enfrentarlos; sin embargo, el doctor Corona Amezcua explicó que muchas personas no tienen esta formación en la familia, que por lo general sólo se fomenta en ámbitos escolares y laborales. “La invitación es a identificar que todos sentimos y sufrimos, pero hay formas en las que podemos padecer la vida mucho menos y vivirla mejor”, indicó.

En el ambiente escolar, resaltó la importancia de incluir estrategias para resolver problemas cotidianos, aparte de expresión de emociones y su dominio. “Partiendo de la educación, uno mismo puede salir de la tiranía de sus emociones y puede ayudarse a sentirse mejor”, precisó.

Respecto al riesgo de depresión en estudiantes de Medicina, el especialista reveló que son personas que enfrentan una gran exigencia social, académica y física, que impacta de distintas formas en cada individuo. “El médico siempre es un sujeto en alto riesgo de enfermar de todo, tanto física como mentalmente”, refirió.

Aunado a lo anterior, la juventud es un factor determinante, pues “es una etapa crítica en donde se activan muchas enfermedades del desarrollo”, detalló. Además, invitó a los alumnos a poner mucha atención a sus hábitos de sueño
y alimentación, a fortalecer sus vínculos, y a visitar el servicio de salud mental si llegan a sentirse tristes y sin salida.

La recomendación final es acercarse a los seres queridos, fortalecer los vínculos afectivos y aprender a reconocer, expresar y resolver nuestras emociones, pensando siempre que sí existe otra solución.

Por Samedi Aguirre