Desde la docencia y la clínica, pasando por el liderazgo al frente de instituciones de educación, la administración de servicios de salud, el desarrollo y la aplicación de programas sociales, hasta la permanente divulgación y análisis de temas de la Medicina actual, el doctor Octavio Rivero Serrano siempre ha tenido un solo propósito: el bienestar de los mexicanos. Esto, lo ha convertido en uno de los iconos de la Medicina nacional en los últimos 60 años.
De un médico en formación a un destacado neumólogo
En su época de estudiante preparatoriano se decidió por la Medicina, dejando las comodidades de vivir con su familia en Puebla, para trasladarse a la Ciudad de México en 1947 e inscribirse en la Escuela Nacional de Medicina que tenía como sede el Palacio de Medicina. “Ahí conocí a grandes maestros, como el doctor Ramón de la Fuente Muñiz, el padre de Juan Ramón, que me dio clase de Neuroanatomía y que realmente la conocía tan bien que en el pizarrón pintaba las partes que quería explicarnos.
“Cuando yo entré, también lo hicieron 2 mil alumnos, por lo que teníamos que llegar temprano para encontrar un asiento en el aula, donde sólo cabían 60 alumnos y pretendían entrar 120. Había que llegar temprano, la clase era a las 7 de la mañana, pero si no llegaba a las 6:30 no encontraba asiento”, recuerda con alegría.
Durante sus prácticas en el Hospital General de México, conoció al doctor Alejandro Celis, quien lo impresionó por su capacidad para ser médico, pero también por su virtud para enseñar sin restricción. “Todo lo que sabía lo pasaba a sus alumnos y eso me motivó a estudiar Neumología”, asegura.
El doctor Rivero Serrano, reconocido como uno de los neumólogos más importantes de México y un talentoso cirujano del tórax, revela que en aquella época (1953) se trataba la tuberculosis con diversos procedimientos, entre ellos uno que se llamaba neumotórax extrapleural, que en su primera cirugía provocó la muerte de su paciente.
Esta experiencia no marcó su vida, al contrario, lo motivó a seguir estudiando y a especializarse, realizando cientos de operaciones de pulmón con éxito, convirtiéndose en el jefe de la Unidad de Neumología del Hospital, donde también fue jefe del Departamento de Cirugía Experimental, subdirector Médico y jefe de Enseñanza e Investigación.
Rector, la posición más gratificante para un universitario
Director de la Facultad de Medicina en el periodo 1977-1980, el doctor Rivero Serrano destaca de su gestión la necesidad de disminuir la matrícula para mejorar la calidad de la enseñanza, pues en esos años había entre 4 mil y 5 mil alumnos inscritos que abarrotaban las instalaciones.
A fin de fomentar el gusto por la cultura entre los estudiantes, impulsó un programa de actividades que incluía conferencias sobre la historia de México, exposiciones de pintura, conciertos de la Orquesta Sinfónica de la Preparatoria y música ranchera.
Promovió la actualización médica de los estudiantes en el posgrado y la actividad docente-asistencial de los académicos. Además, impulsó un programa de tutores para fortalecer la formación de los alumnos, así como cursos intensivos sobre temas no incluidos en el plan de estudios. En sus últimos días como director de la Facultad le tocó la reapertura del Palacio de la Escuela de Medicina, “un anhelo de muchos médicos”, recuerda.
“Sin duda, la posición más interesante, más honrosa, más estimulante, más gratificante a la que cualquier universitario puede acceder es la de rector”, asegura el doctor Rivero Serrano al mencionar que uno de sus más grandes retos al frente de la Universidad, en el periodo 1981-1984, fue la administración del presupuesto, el cual no era suficiente para todas las necesidades.
“Desde la Rectoría uno puede visualizar todo el desarrollo del país”, afirma al destacar que, sin duda, la UNAM fue el proyecto cultural nacional del siglo XX y lo que acontecía en ella tenía impacto en el país. Así, desde su posición, buscó defender su calidad de universidad pública y autónoma, así como que se reconociera su prestigio en el plano nacional e internacional.
Puso especial atención en vincular la docencia con la investigación; instauró el Programa de Superación del Personal Académico; estableció una reserva ecológica en los terrenos de Ciudad Universitaria; creó los programas universitarios con los que la institución se ligó a los problemas de la sociedad, e instauró el concepto integral de Extensión Universitaria.
Visionario para alertar en su momento sobre los efectos de la contaminación atmosférica, en 1991 creó el Programa Universitario de Medio Ambiente (PUMA), con el propósito de promover la investigación y la difusión con un enfoque multidisciplinario de los problemas ambientales. Esta iniciativa también dio paso a la creación de una nueva especialidad médica en el país: la Medicina Ambiental.
El Seminario sobre Medicina y Salud
El doctor Rivero Serrano es Profesor Emérito de la UNAM, institución que, asegura, representa toda su existencia. También fue presidente de la Academia Nacional de Medicina de México, creador del Consejo Nacional de Neumología, embajador de México en Italia y secretario del Consejo de Salubridad General, donde desarrolló los programas de Certificación de Hospitales, de Medicamentos Genéricos Intercambiables y de Certificación de Médicos Generales.
Constante promotor y protector de la salud de los mexicanos, en 1998 creó el Seminario “El Ejercicio Actual de la Medicina” en la Facultad de Medicina, que en 2008 cambió su nombre a Seminario sobre Medicina y Salud, desde el cual ha puesto en escena temas como el uso inmoderado de la tecnología, la pérdida de la relación médico-paciente, el consumismo de medicamentos en forma innecesaria, la conversión de la Medicina como profesión hacia una industria, el envejecimiento, dilemas éticos de la Medicina y la necesidad de una cobertura universal en salud.
A lo largo de su vida docente ha formado a estudiantes de pregrado y posgrado en la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional, la Escuela Médico Militar, la Escuela de Medicina de la Universidad Autónoma de Guadalajara y los Institutos Nacionales de Salud.
Ante el panorama de salud actual, el doctor Rivero Serrano advierte que “los médicos en formación deben acercarse más a los conceptos que hacen de gran valor la Medicina preventiva, pues la conservación de la salud es más redituable económicamente que el tratamiento de los que ya están enfermos”.
Su incansable labor es reivindicar la figura y prestancia del médico general en la atención primaria, mejorando así los servicios médicos en el país.
Por Lili Wences