“Los seres humanos nos volvimos torpes para hablar de la muerte,” aseguró la doctora María Asunción Álvarez del Río, académica del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina, quien reconoció que somos un país que ha perdido la cultura de hablar sobre temas relacionados con el final de la vida.
Reveló que con el desarrollo de la Medicina y la tecnología aumentó la esperanza de vida, las personas dejaron de preocuparse y convirtieron el tema en algo “de lo que no se habla”.
La especialista explicó que “nos cuesta trabajo conversar sobre la muerte porque nos da miedo y porque nos duele. Pero se debe a que no podemos dialogar en ningún momento de esto, entonces es un círculo vicioso en donde no desarrolla-
mos los medios para acompañarnos y darnos respuestas; lo hemos convertido en algo mucho más difícil”, puntualizó.
Consideró que en México es muy común negar la muerte, incluso en el contexto médico, “en donde pensamos que al no hablar de ella estamos protegiendo al paciente, aunque en realidad contribuimos a complicar el proceso”.
Los tratamientos y la tecnología, añadió, se usan no sólo en beneficio de las personas, sino que también se emplean para negar el suceso. Idealmente la Medicina debería ayudar a los pacientes en situación terminal a disfrutar la vida que les queda y a prepararse para ese momento doloroso.
Respecto a la práctica de la eutanasia, la doctora Álvarez del Río manifestó que se trata de la ayuda que recibe un paciente que le ha pedido a su médico asistencia para morir debido a su condición.
En este sentido, destacó la importancia que tienen los cuidados paliativos cuando ya no se puede curar a una persona, los cuales se enfocan en darle calidad de vida el tiempo que le queda, para que muera de la mejor manera atendiendo sus necesidades físicas, psicológicas y espirituales.
“Hablar de la muerte es hablar de algo que forma parte de la vida”, aseguró al señalar que es prioritario platicar sobre ella con nuestros seres cercanos y de ser el caso, con nuestro médico, para poder tomar decisiones sobre cómo queremos morir y hasta qué punto estamos dispuestos a recibir cualquier tipo de tratamiento.
“Lo que más prepara a las personas ante la muerte es revisar su vida y ver que la han vivido bien; entonces hay que hacerse cargo para que cuando uno llegue al final esté satisfecho de eso, y darle esa misma importancia a las relaciones que formamos para que no quede nada sin decir”, afirmó durante la última sesión del ciclo “Todo lo que siempre quisiste saber y no te atrevías a preguntar”, organizado por el mencionado Departamento.
La experta también explicó que esta negación es algo que complica el duelo en general, pues tras la muerte de una persona buscamos seguir los rituales necesarios de forma veloz, evitando que el proceso se cierre de forma adecuada. “Es natural sentir dolor, pero si después de dos años no se ha podido superar la pérdida entonces se puede estar enfrentado un duelo patológico que requiere atención de un profesional”.
Precisó que es necesario “tener una buena comunicación con uno mismo y ser abierto a los temas complejos como lo es la muerte. El dolor que esto causa es mejor cuando uno está acompañado y lo puede hablar libremente”.
Samedi Aguirre