Uno de los principales dilemas éticos referentes a la manipulación del ADN fue en 1953, cuando la revista Nature publicó el primer borrador de la secuencia de los 3 mil millones de bases nitrogenadas que constituye el genoma humano, para conocimiento del mundo y para que los científicos pudieran utilizar esas secuencias en sus investigaciones y atacar enfermedades; en contraparte, la revista Science también hizo una publicación del tema, en la que el autor principal de esta secuencia pretendía patentar los genes a medida que se fueran secuenciando.
Sobre este tema, el Programa Institucional “Ética y Bioética FACMED”, organizó la conferencia Edición genómica: responsabilidades del mundo científico, impartida por el doctor Fabio Salamanca Gómez, genetista y Profesor Titular del curso de especialización en Genética Médica de la Facultad de Medicina, con la participación del artista plástico Sebastián Lazos Morán.
El doctor Salamanca Gómez comentó que actualmente gracias a ese hallazgo los principales padecimientos genéticos que se busca combatir con la manipulación genética, en especial con la técnica CRISPR-Cas9, son los que incluyen alteraciones en las células asomáticas y somáticas, la mutación germinal y la mutación somática; las cuales pueden ser aberraciones cromosómicas, neoplasias o enfermedades autoinmunes.
Uno de los retos más importantes del uso de esta metodología es “la seguridad, por la posibilidad de indicar errores que no pueden ser controlados y que ocasionan patologías en las células que sean sometidas a esta terapia, de igual forma los efectos colaterales que aún no han sido descubiertos”, indicó el especialista.
“CRISPR-Cas9 es la edición genética mediante el reconocimiento de repetidas secuencias palindrómicas de genes interespaciados que se agrupan de manera regular y que se asocia con una nucleasa, la Cas9, que cuenta con dos sitios activos que rompen las cadenas complementarias del ADN, de esta manera puede cortar dichas cadenas, lo que permite modificar su secuencia, eliminando o insertando nuevo ADN”, puntualizó el genetista.
Por otra parte, el doctor Salamanca Gómez abordó la edición de genes reflejada en el arte, destacando que el bio-arte utiliza material orgánico y se convierte en la herramienta artística.
Un ejemplo es la coneja Alba de color verde fluorescente del artista Eduardo Kac; creada en el 2000, la coneja, albina de nacimiento, resplandece intensamente cuando está iluminada con luz azul. Fue creada con la inyección de la proteína EGFP, una versión mejorada del gen original verde fluorescente encontrado en las medusas Aequorea victoria.
En este sentido, el artista plástico Sebastián, quien donó una de sus obras a la Facultad, expresó en qué consiste su proyecto artístico y conceptos creados por él, en el que se hace referencia a la unión entre la ciencia y el arte; además, afirma que su obra busca promover la reflexión sobre el entorno, la naturaleza y la sociedad. “Surge como respuesta a aquellas voces que insisten en que la ciencia y el arte son heterogéneos y no pueden formar parte de un mismo todo”.
Samantha Cedeño