La encefalopatía traumática es una enfermedad neurodegenerativa del cerebro, en la cual el evento desencadenante es la exposición frecuente a eventos traumáticos. Cabe mencionar que inicialmente fue descrita en los boxeadores y era conocida con el nombre de demencia pugilística.
Recientemente se le ha asociado principalmente con jugadores de fútbol americano, que es con quienes se ha estudiado más esta patología.
Los síntomas se pueden clasificar en tres grupos, el primero incluye a los trastornos psiquiátricos y del comportamiento, el segundo corresponde a las alteraciones cognitivas, y el tercer grupo lo conforman los desórdenes del movimiento.
Se piensa que estos traumas generan modificaciones en el cerebro, provocando una mayor exposición a una proteína llamada tau, sin embargo, se han estudiado factores genéticos que pueden representar un mayor riesgo, como la proteína apoE4, relacionada con el Alzheimer, explicó la doctora Mayela Rodríguez Violante, integrante del Subcomité Académico de Neurología de la Facultad de Medicina de la UNAM.
El diagnóstico inicial es clínico, basta con identificar en el paciente el antecedente de múltiples traumas cerebrales, así como actividades que representen un riesgo elevado de tener este tipo de patología, como es el caso de militares o algunos deportistas; además de mostrar impulsividad, ansiedad, apatía, tendencia a la depresión y mayor riesgo de suicidio; alteraciones de la memoria y la atención, desórdenes motores, como trastornos del lenguaje, de la marcha, rigidez, temblor o parkinsonismo, todos estos de evolución progresiva y presentes al menos un año.
Asimismo, el diagnóstico diferencial se hace principalmente con la demencia frontotemporal, que tiene una base genética y cursa con alteraciones del comportamiento y del movimiento, a la vez, al ser una enfermedad que lleva a la demencia, el Alzheimer es otro diagnóstico de importancia, y en las fases más avanzadas, al presentarse alteraciones del movimiento, como temblor, el Parkinson se presenta como otra alternativa.
“Desafortunadamente, algunos pacientes evolucionan a una discapacidad severa, se presentan casos de demencia y alteraciones del movimiento importantes, con repercusiones en la calidad de vida del paciente y del cuidador, también puede haber delirio y paranoia. El tratamiento está enfocado al control de los síntomas, ya que no existe actualmente un tratamiento específico para esta patología”, señaló la especialista.
*Respuesta a la pregunta enviada por la médico pasante de Servicio Social Marisela Paredes Bravo.
Victor Rubio