Las pruebas diagnósticas son utilizadas para detectar el virus o la respuesta inmune de las personas a SARS-CoV-2, y son necesarias para poder tener un mejor control de los casos y la probabilidad de futuros contagios, o bien, en el conteo total de los ya infectados.
Este tema reunió a la doctora Rosa María Wong Chew, jefa de la Subdivisión de Investigación Clínica, y al doctor Gustavo Olaiz Fernández, coordinador general del Centro de Investigaciones en Políticas, Poblaciones y Salud, en una conferencia virtual a través de Facebook Live de la Facultad de Medicina.
La COVID-19 se divide en tres etapas, explicó la doctora Wong Chew, en la primera hay una fase de replicación viral importante, aquí se presentan algunos síntomas en las vías respiratorias, además de fiebre, dolor de garganta, tos, diarrea y cefalea.
En la segunda fase hay afección pulmonar, en la cual sigue habiendo replicación del virus en menor medida, además de tener neumonía que podría ser moderada; la última etapa es de una respuesta inflamatoria del hospedero y se tiene una inflamación severa en los pulmones y hay una alta probabilidad de muerte, sin embargo, ya no es por replicación del virus, sino por la respuesta inmune exacerbada.
“Es importante hablar del espectro de la enfermedad por COVID-19, y saber que podemos tener pacientes sin síntomas, que, según expertos, pueden ser entre 30 y 50 por ciento; pacientes sintomáticos leves o moderados con infección respiratoria alta, pacientes graves en donde se presenta neumonía, dificultad para respirar y requieren hospitalización, y aquellos que tienen enfermedad crítica con inflamación importante de los pulmones y afección de otros órganos, que corresponde al 5 por ciento”, señaló la doctora Wong Chew.
Entre las pruebas que se pueden utilizar están: la detección de antígeno, es decir; la detección de anticuerpos, que son los que se generan como defensa del sistema inmune, y las pruebas de PCR, que detectan el material genético del virus en la muestra de un humano.
Las pruebas serológicas o de anticuerpos son útiles en este momento en que varios países del mundo, incluyendo México, están volviendo a la nueva normalidad, para saber cuántas personas han estado en contacto con el virus, pues entre más gente lo haya tenido, significa que habrá un porcentaje menor susceptible. Cuando 60 a 70 por ciento de la población tiene inmunidad, el resto no inmune no se infecta porque no circula el virus, a esto se le conoce como inmunidad de rebaño.
Por su parte, el doctor Olaiz Fernández se enfocó en las regulaciones que se han establecido desde que el Consejo de Salubridad General reconoció al coronavirus como una enfermedad grave y prioritaria. A partir de ese momento, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios ha trabajado para regular y certificar las pruebas diagnósticas, como las mencionadas anteriormente.
Además, explicó que los tres tipos de pruebas son buenos, si se utilizan en el momento y en la forma adecuada, en especial las pruebas rápidas que requieren una alta prevalencia en la población para ser efectivas. A la fecha no sabemos la proporción de la población mexicana que ha sufrido y ya es inmune a COVID-19, o conocer la duración de la inmunidad, tampoco la proporción de la población que ha tenido una enfermedad leve o ha sido asintomática. Sin embargo, es claro que realizar las pruebas adecuadas, en el momento apropiado, nos permitirá ponernos delante de la epidemia para controlarla.
Eric Ramírez