La pandemia por la COVID-19 provocó un cambio abrupto en nuestras actividades cotidianas, por ejemplo, el trabajo cambió en su forma, organización y hasta el espacio para realizarlo. No obstante, la salud del sueño y las jornadas laborales en el contexto mexicano ya eran complejas, pues no todos dormían las horas que les correspondían de acuerdo con su edad, tampoco hay una visión de la relación de la restricción del sueño con el desarrollo de posibles enfermedades crónico-degenerativas que son un problema de salud pública en nuestro país, es decir, no reconocemos nuestros inadecuados hábitos de sueño y las necesidades de descanso, alimentación o actividad física adecuados, advirtió el doctor Rafael Santana Miranda, responsable de la Clínica de Trastornos del Sueño de la Facultad de Medicina de la UNAM.

En su charla transmitida por Facebook Live de la Facultad, el especialista indicó que “en el caso del home office, existen ideales de tener un espacio adecuado y sin interrupciones, como una silla confortable, buena iluminación, ventilación y temperatura correcta; sin embargo, la realidad puede ser extraordinariamente compleja, tanto en las condiciones para trabajar en casa como para un buen dormir”.

Para ejemplificar lo anterior, mencionó que el 19.9 por ciento de la comunidad rural duerme menos de 7 horas, mientras que en áreas urbanas es el 30.9 por ciento y asciende hasta el 40 por ciento en la zona metropolitana del centro del país.

Esta falta de sueño no sólo se ve reflejada en fatiga o cansancio, pues tiene repercusiones en el ámbito cognitivo, la atención, la concentración, la memoria, el estado de ánimo y la productividad. Además, altera el apetito de las personas, pudiendo ocasionar obesidad, diabetes mellitus e hipertensión. Este estado, señaló el especialista, empeoró durante la pandemia y se ha visto reflejado en diversas investigaciones y en los pacientes que acuden a la Clínica de Trastornos del Sueño.

“El impacto de la contingencia sanitaria se conforma de diversos estresores que, al perpetuarse, pueden propiciar el desarrollo de trastornos psiquiátricos, metabólicos o cardiovasculares, o agravar a los ya existentes, y tener mayores repercusiones en nuestra calidad de vida y, por supuesto, aumentar el riesgo de complicaciones ante la COVID-19”, advirtió el doctor Santana Miranda.

«El mensaje más importante que quiero dejar es que sí podemos hacer home office y ello no está peleado con el buen dormir, pero tenemos que cuidar nuestra salud física, nuestra alimentación y la salud del sueño».

Dr. Rafael Santana Miranda

Asimismo, indicó que el trabajo en casa no significa trabajar todo el día y a todas horas, pues hay que tener tiempo para uno mismo; tampoco quiere decir que sea “tiempo libre”, es decir, el trabajo no lo podemos hacer cuando queramos, al igual que la alimentación, el ejercicio y el esparcimiento, hay que hacerlo a su hora.

Por ello, recomendó la terapia de ritmos, haciendo hincapié en la necesidad de la actividad física durante el confinamiento sanitario, dado que diversos estudios han demostrado que quienes menos afectaciones han tenido por el confinamiento son aquellas personas que realizan alguna actividad física.

Eric Ramírez