La COVID-19 es una enfermedad descubierta en diciembre del año pasado, en China, derivada del virus SARS-CoV-2. A medio año de su descubrimiento, ya ha tenido impacto en todo el mundo; los médicos y científicos especialistas continúan investigando el modo de actuar del virus y una posible vacuna a corto plazo.

El doctor Malaquías López Cervantes, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM, abordó lo más importante respecto a tratamiento, síntomas y pruebas, en su conferencia “La historia natural de la COVID-19 y la atención primaria”, transmitida a través de Facebook Live de la Facultad, como parte del Seminario Permanente de Salud Pública.

Lo más importante que se debe recordar es que “no hay un tratamiento específico para curar la COVID-19, por lo que se ofrece un tratamiento de sostén, cuyo propósito es permitir al sistema inmune responder y controlar la infección, mientras que los pacientes más graves requieren ventilador mecánico. Además, el personal de salud requiere alta capacidad técnica y experiencia para mantener al paciente con este aparato”, destacó el doctor López Cervantes.

Asimismo, se sabe que no todas las personas infectadas desarrollan la enfermedad y son conocidos como asintomáticos. Este grupo cobra relevancia, pues puede contagiar la enfermedad sin saber siquiera que la tiene. De hecho, los científicos no han podido establecer un lapso de contagio.

«Algunos grupos de personas tienen un riesgo más elevado, en general, los adultos mayores de 55 años y especialmente los que se encuentran arriba de 70 años. También los individuos que tienen Dt2, HTA, ERC, Cáncer, Inmunodeficiencia no controlada o EPOC», Dr. Malaquías López Cervantes.

El especialista señaló que en el caso de los sintomáticos el periodo de infectividad inicia dos días antes de que aparecen los signos y síntomas, y se termina hasta que hayan transcurrido, al menos, 10 días después del inicio de la enfermedad, cuando se presente una mejoría clínica y la ausencia de fiebre durante tres días, mínimo.

“Debemos recordar que la forma más común de contagio es a través de gotitas de saliva que se expelen al ambiente durante la exhalación y al hablar. Y que sin intervención médica alguna, cada uno de los casos puede dar origen a otros dos o tres enfermos. Sin embargo, es posible reducir de manera importante el número total de casos si prevenimos y contenemos la infección”, explicó el doctor López Cervantes.

“Entre las pruebas más eficaces se encuentran la prueba de Reacción en Cadena de la Polimerasa, o prueba molecular, que demuestra que el virus está presente en el organismo y se está reproduciendo en sus células, así como las pruebas de identificación de anticuerpos, que usualmente identifican AC circulantes en el torrente sanguíneo, como pueden ser IgM e IgG, pero podrían enfocarse a otros fluidos como la saliva para buscar IgA. Y nos indican que esa persona ya tuvo la infección, pero no sirven como diagnóstico ni base para el tratamiento, con excepción de los que donan plasma”, concluyó.

Imagen de Russell Tate para United Nations
COVID-19 response

Eric Ramírez