Desde el inicio de la pandemia, Alemania tuvo como meta principal proteger la salud de la población. Sus medidas de contingencia sanitaria han logrado que sea de los países menos afectados por COVID-19 en Europa. El Instituto Nacional de Salud Pública Robert Koch (RKI) es el responsable del control de la pandemia.

“Desde la detección del primer caso en el estado de Baviera, en enero, lo que se hizo fue proteger al personal médico con el equipo de protección necesario ante una posible pandemia. Se consideraron factores de riesgo, se racionalizaron las pruebas diagnósticas y se hizo categorización de pacientes”, explicó la doctora Julieta Rojo Medina, consejera científica en la Embajada de México en Alemania, durante su charla transmitida por Facebook Live de la Facultad de Medicina de la UNAM, como parte del Seminario Permanente de Salud Pública.

La canciller alemana Angela Merkel presentó en marzo, junto con las autoridades de salud, los lineamientos de comportamiento de contacto social acordados con los estados federados, como fueron: quedarse en casa, evitar el contacto físico, estornudo de etiqueta, reforzar el lavado de manos, uso de gel antibacterial y cubrebocas. “Si alguien tenía síntomas de enfermedad respiratoria tenía que llamar por teléfono al médico para recibir indicaciones, no se recibían pacientes en consultorios para evitar contagios”, señaló la especialista. Del mismo modo, se cerraron establecimientos de servicios no esenciales y se prohibieron visitas en hospitales e instituciones geriátricas.

Se establecieron medidas para evitar el colapso del sistema de salud basadas en tres aspectos: un diagnóstico temprano que permitía la contención, aislamiento y cuarentena; la protección a grupos vulnerables; y el fortalecimiento del sistema de salud, aumentando las camas de terapia intensiva, pruebas diagnósticas y respiradores artificiales invasivos, de los cuales Alemania tiene autoproducción.

También se hicieron flujogramas de atención ante casos sospechosos, así como para la intervención médica oportuna, los cuales ayudaron a clasificar a los pacientes de acuerdo con su gravedad y a establecer medidas para tratamiento intrahospitalario en casos de COVID-19. Asimismo, se categorizó al personal de salud que tenía mayor riesgo de exposición para determinar tratamientos o confinamientos.

En una segunda etapa, el RKI realizó un semáforo epidemiológico dividido en municipios, así la población sabría en cuáles habría mayor riesgo. También agregaron nuevas recomendaciones para prevenir la infección, como añadir ventilación al hogar y la aplicación para celulares Corona-Warn-App, que permite el rastreo de personas infectadas e informa, por medio de bluetooth, si se tiene contacto con estos casos.

En una tercera etapa, se realizaron pruebas diagnósticas PCR a toda persona con síntomas de vías respiratorias y, actualmente, se hacen hasta un millón de pruebas a la semana. “Una persona positiva debe permanecer aislada e informar a sus contactos”, indicó la experta. Por otro lado, se ha visto que los pacientes recuperados pueden quedar con secuelas de la enfermedad, como daño permanente a órganos, agotamiento, cefalea, mareos, disnea y alguna dolencia, generando retos para su futura atención médica.

Ante una nueva expansión del virus y aumento en el número de contagios, Alemania ha reforzado sus medidas de contingencia y ha insistido en reducir el contacto social, puesto que el número de casos nuevos es muy alto.

Axel Torres