Como resultado de la pandemia por COVID-19, los trabajadores de la salud han tenido una sobrecarga de trabajo que los ha expuesto a situaciones de estrés y ansiedad. “A nivel internacional hay un incremento de la psicopatología y de las enfermedades que afectan a nivel psicológico y emocional como los síndromes depresivos, de ansiedad y trastorno por estrés postraumático, entre otros; tenemos que ser realistas y empezar a atajar el problema, para ello, debemos tener un diagnóstico de la situación que estamos atravesando”, indicó la doctora Lucía Ledesma Torres, adscrita a la División de Neurociencias del Centro Médico Nacional “20 de Noviembre” del ISSSTE.

Asimismo, se refirió al síndrome de burnout, “el cual está directamente asociado a todas aquellas personas que nos dedicamos a la atención de otras personas con necesidad de cuidado o con necesidad de resolución de algunas de sus problemáticas”. Este síndrome se caracteriza por tres síntomas principales: sentimientos de deterioro de energía o agotamiento; cansancio emocional, distanciamiento mental del trabajo, sentimientos negativos o indiferencia relacionada con el trabajo; y eficacia profesional reducida. Por las características de la labor que realiza, el personal sanitario es una de las poblaciones más proclive a desarrollarlo.

La fatiga por compasión es definida como un tipo de estrés resultante de la relación de ayuda terapéutica, de la empatía y del compromiso emocional con el paciente que sufre y padece. Suele afectar a profesionales que trabajan con el objetivo de aliviar el sufrimiento en la vida de las personas en momentos cercanos a la muerte o en situaciones de sufrimiento físico que no pueden resolver, y es el resultado del desbalance entre cuidar a otros y cuidarse a sí mismos.

En el contexto de la COVID-19, la intubación de pacientes, las áreas de cuidados intensivos, los decesos constantes, la comunicación de malas noticias, la muerte de un colega o un familiar pueden estar asociados a este padecimiento.

“Los factores que contribuyen a su desarrollo son disminución en las acciones de autocuidado, eventos traumáticos previos a nivel individual, la incapacidad para regular de forma apropiada el estrés y la falta de satisfacción laboral”, señaló. Algunos síntomas son ira, ansiedad, trastornos del sueño, abuso de sustancias y sensación de impotencia.

Para disminuir y controlar los síntomas de burnout y fatiga por compasión, la doctora Ledesma Torres compartió algunas estrategias como: aceptar lo que sentimos, establecer el bienestar como una prioridad, tener autocuidado físico, descanso psicológico, una mejora en la rutina, fortalecer nuestras redes de apoyo emocional y buscar ayuda profesional en aquellos casos que lo ameriten.

Janet Aguilar