“Un tsunami es un movimiento tectónico que se produce en el mar y provoca un desplazamiento de agua que en este caso aumenta su altura, y aunque se produzca lejos, el impacto es a distancia y arrasador. El hipocentro que tuvimos con la COVID-19 fue China, lejísimos de todos nosotros, pero impactó en el mundo entero”, indicó el doctor Sergio Rojtenberg, Miembro de la Asociación de Psiquiatras Argentinos y de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires.

Recordó que la revista The Lancet publicó un artículo que señala que en 2019 la Organización Mundial de la Salud fue notificada de un virus respiratorio severo visto en China que producía insuficiencia respiratoria, que se acompañaba de neumonía y otros síntomas graves, sin embargo, fue hasta meses después que declaró la pandemia. “Era un desastre evitable, pero con cuatro meses de demora, las cosas no funcionaron y los sistemas de alarma fallaron”, enfatizó.

Durante la segunda sesión del Seminario de Salud Mental y Psiquiatría, organizada y moderada por la doctora Ingrid Vargas Huicochea, Coordinadora de Investigación del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, el doctor Rojtenberg advirtió que hasta la fecha hay 120 millones de casos de COVID-19, casi 3 millones de muertes provocadas por la enfermedad y sólo el 1 por ciento de la población mundial está vacunada.

El experto señaló que la pandemia ha sido un evento no sólo estresante sino también disruptivo, ya que tiene la capacidad potencial de irrumpir en el psiquismo y producir reacciones que alteren la capacidad integradora y de elaboración de las personas. También mencionó que los grupos vulnerables, como los adultos mayores, niñas, niños, adolescentes y pacientes con compromisos somáticos, y quienes están en la primera línea atendiendo a los enfermos, pueden tener problemas de salud mental.

Al referirse a otro artículo publicado en The Lancet sobre las consecuencias que tuvieron los pacientes que padecieron COVID-19, el doctor Rojtenberg apuntó que “lo notable es que se reporte que estas consecuencias sean trastornos del sueño, conductas depresivas, ansiedad, afectación de las funciones cognitivas, cansancio, agotamiento, entre otras, cuando esos síntomas los padece casi toda la población”.

En el evento transmitido por Facebook Live de la Facultad, el experto habló acerca de las etapas que se han vivido durante la pandemia: la primera conocida como “luna de miel”, donde todos eran solidarios y se le aplaudía al personal de salud; la segunda es la “desilusión”, que tiene que ver con el reconocimiento de los límites para controlar la propagación viral, desarrollar vacunas o proporcionar asistencia, también hay una crisis laboral, financiera y en las personas aparecen síntomas afectivos y emocionales.

La última etapa será la de reconstrucción, la cual se dará a través de la vacunación global, brindando una atención eficaz y asertiva, al reincorporar a los pacientes que no han podido continuar con sus tratamientos, y al tener mayor acceso y conectividad para la educación a distancia.

Janet Aguilar