El bullying es un tipo de violencia escolar, se realiza a partir de conductas agresivas, consiste en un desequilibrio del poder en la relación de pares, donde el sujeto más poderoso intimida o acosa intencional y periódicamente al sujeto con menos poder dentro del ambiente escolar.

Las conductas agresivas pueden ser directas (físicas o verbales) o indirectas como las agresiones relacionales (exclusión social, esparcir rumores); el bullying se da en un contexto grupal donde cada uno de los alumnos juega un rol: intervienen la víctima, el agresor, un observador y una víctima-agresor.

Los roles se relacionan con diferentes indicadores de salud mental; las víctimas tienen bajos niveles de autoestima y los agresores tienen un déficit de empatía; a su vez, el grupo víctima-agresor tiene niveles más elevados de ansiedad, depresión y riesgo de suicidio. Las conductas agresivas son motivadas por la búsqueda de prestigio, popularidad o admiración dentro del grupo, también intervienen malas relaciones interpersonales, ambientes familiares violentos y falta de introyección de las normas. La prueba PISA realizada por la OCDE a adolescentes de 15 años en el 2018 arrojó que en México hay hasta un 23 por ciento en la prevalencia de victimización por acoso escolar.

“En 2020 entramos en confinamiento en todos los niveles escolares, se empezaron a visibilizar diferentes tipos de violencia escolar, problemas de disciplina y abusos por parte de algunos profesores, pero no vimos agresiones entre pares tan frecuentemente”, informó la doctora Ana Carolina Rodríguez Machain, investigadora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental (DPSM) de la Facultad de Medicina de la UNAM.

La especialista destacó que de acuerdo con un estudio realizado durante la pandemia en Canadá con estudiantes de cuarto a doceavo grado, se encontró una disminución considerable de la victimización y el acoso en todas sus formas durante el confinamiento; otro estudio realizado en España encontró que el acoso se relaciona con ansiedad y depresión, ambas influyen negativamente en el rendimiento escolar; los niños que habían sufrido bullying disminuyeron sus niveles de ansiedad y depresión y mejoraron su rendimiento académico en las clases virtuales. No obstante, se ha registrado un aumento de conductas como el ciberacoso y ciberodio.

En el Seminario de Salud Mental y Psiquiatría, transmitido por Facebook Live y moderado por la doctora Ingrid Vargas Huicochea, académica y Coordinadora de Investigación del DPSM, la doctora Rodríguez Machain destacó que al trasladar el entorno escolar a una modalidad virtual, los alumnos están expuestos a agresiones cibernéticas además del bullying, que pueden provocarles problemas de salud mental, por lo que es importante realizar intervenciones.

“Debemos buscar enseñar a las y los jóvenes a relacionarse a partir de conductas que no sean agresivas y nos ayuden a generar relaciones no violentas en cualquier ámbito, tanto presencial como en el medio virtual, tenemos que buscar que ellos aprendan a relacionarse a través de otros elementos que no sea la agresión”, concluyó.

Ricardo Ambrosio