La integridad académica es un entorno de confianza, honestidad, equidad, respeto y responsabilidad para la enseñanza, el aprendizaje, la creación de cultura y saberes científicos a través de códigos de ética establecidos por una institución educativa.

La Universidad de Minnesota considera como deshonestidad académica a la conducta prohibida que desacredita los logros de los estudiantes y empaña la reputación académica a través de acciones como presentar registros falsos de logros académicos, hacer trampa en trabajos o exámenes, falsificar firmas o registros, adjudicarse publicaciones o trabajos ajenos, entre otras. Las personas que incurren en estas faltas se hacen acreedoras a una sanción.

“En México lo que nos ampara para podernos defender es la Ley Federal de Derechos de Autor, la cual protege del robo de ideas”, explicó el maestro César Saavedra Alamillas, académico de la Dirección General de Bibliotecas (DGB) de la UNAM.

Recordó que en el 2014 la UNAM desarrolló el portal eticaacademica.unam.mx, en el cual hay códigos de conducta, tutoriales y lineamientos para citar bibliografía; asimismo, en el 2015 se generó el Código de Ética de la UNAM y en el 2019 se suscitó un acuerdo que establece los lineamientos para el registro a nivel institucional de comités académicos.

En la conferencia “Integridad académica en la universidad, principios y buenas prácticas”, como parte de las actividades de la 6ª Feria del Libro de Ciencias de la Salud 2021, el académico explicó que antes del acceso a internet era común copiar información y transcribirla de monografías para cumplir con las tareas, sin embargo, este hecho podría considerarse deshonesto, pues no siempre se reconoce el trabajo de los demás y no se cita la fuente de información; posteriormente, surgió lo que se conoce como copy-paste de textos, así como la compra y venta de tareas en línea y el uso de software y sitios web para resumir textos.

También señaló que en el sector médico se encuentra frecuentemente el plagio y la alteración de datos de investigación en artículos, no obstante, no se cuenta con leyes que sancionen a los responsables como en otros países. Instituciones como el CONACYT solicitan que las tesis generadas sean revisadas por un software especial para revisar coincidencias con otros trabajos publicados y así evitar el plagio voluntario o involuntario y actos como inventar, mutilar o modificar citas bibliográficas y suplantación de autores.

El académico explicó que es importante implementar códigos de conducta, políticas y comités de integridad académica, programas de formación investigativa y establecer sanciones formativas y no punitivas para evitar estas prácticas.

Por su parte, con la finalidad de fomentar la integridad académica, la Biblioteca Central promueve programas de alfabetización informacional y de tutorías personalizadas, cursos y talleres del uso adecuado de los estilos bibliográficos y cursos de lectura académica. “Eso es lo que estamos haciendo para poner nuestro granito de arena y subsanar un poco este tipo de comportamiento”, concluyó el especialista.

Ricardo Ambrosio