A manera de introducción, la alimentación correcta está fundamentada en los conocimientos aceptados en la materia y cumplen con las necesidades específicas en las diferentes etapas de la vida; por su parte, el hábito alimentario es el conjunto de conductas adquiridas por un individuo donde intervienen aspectos sociales, económicos y culturales de una población.

Por ejemplo, la pobreza trae consigo cierto grado de rezago e inseguridad alimentaria, como consecuencia de una alimentación inadecuada, un estado nutricional deficiente, retraso en el crecimiento y repercusiones en el desarrollo neurológico”, indicó la maestra Nely González Serrano, docente de la Licenciatura en Ciencia de la Nutrición Humana de la Facultad de Medicina de la UNAM.

La ponente explicó que la seguridad alimentaria está presente cuando existe un acceso físico, social y económico a los alimentos, los cuales deben ser suficientes, inocuos y nutritivos, además de que cumplan con las características de encontrarse dentro de los gustos, cultura y recursos económicos de las personas.

Destacó que el grupo más afectado por la inseguridad alimentaria entre moderada y grave en América Latina durante el periodo 2014-2019 fueron mujeres mayores de 15 años, con un 32.4 por ciento. Además, resaltó que de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2020 sobre COVID-19 en México, los alimentos más afectados con respecto al gasto en los hogares durante el confinamiento fueron el huevo y los lácteos, las carnes rojas, el pollo, el pescado, las verduras y las frutas.

En la conferencia transmitida por Facebook Live (https://bit.ly/36bbooG), la especialista enfatizó que en esa misma Encuesta COVID-19 de 2020, 59.1 por ciento de los hogares en México presentaron algún grado de inseguridad alimentaria, siendo el 20.6 por ciento quienes disminuyeron la cantidad de alimentos que acostumbraban consumir, o en el peor de los casos que dejasen de comer en todo el día; siendo las comunidades rurales las más afectadas.

Bajo ese contexto y desafíos, destacó que “la nutrición es un componente fundamental durante el ciclo vital, que comienza desde que nace y posterior en cada una de las etapas de la vida. Desde un punto de vista biológico, el estado de nutrición de la mujer en etapa pre-concepcional, concepcional y junto con la ganancia de peso durante la gestación, condiciona la talla y peso al nacer del bebé, así como los depósitos de grasa asociados a enfermedades metabólicas, pues ante un bajo peso, insuficiente ganancia de peso y un aporte deficiente de nutrientes durante el embarazo, el riesgo de restricción del crecimiento intrauterino o bajo peso al nacer aumenta considerablemente; en contraposición, las mujeres con sobrepeso, obesidad y ganancia excesiva de peso en esta etapa de la vida tienen mayor riesgo de concebir hijos con macrosomía, parto por cesárea, desarrollo de diabetes mellitus gestacional y preeclampsia”, subrayó la maestra González Serrano.

“Lo anterior es importante ante el aumento de la prevalencia de enfermedades crónico degenerativas, así como la obesidad, en mujeres en edad reproductiva, adolescentes y niñas”.

Finalmente, enfatizó que la alimentación y el estado de nutrición están influenciados por el entorno social y condiciones de desigualdad que afecta a las mujeres, por ello, la Ciencia de la Nutrición Humana considera las dimensiones biológica, social y ambiental para hacer frente a este problema.

Azucena Xancopinca