Lograr una cobertura de atención en salud mental implica aumentar la oferta de servicios y adecuarlos a las necesidades de las mujeres mexicanas, que están ligadas con las inequidades sociales y económicas, la discriminación y la violencia, así como a precarias condiciones de salud, por lo que deben incorporarse estrategias, como su empoderamiento y el fortalecimiento de su posición social.
“El malestar emocional es un sufrimiento que no puede ser descifrado y expresado, que aparece como síntomas mal definidos y sin causa orgánica demostrable, y no siempre coincide con las entidades determinadas por la biomedicina o la psicología, se plantea como desazón, incomodidad o ‘sentirse mal’; es una respuesta a distintas situaciones de la vida y del contexto social, como la familia, el trabajo, la comunidad y las actividades de la vida diaria”, destacó la doctora Shoshana Berenzon Gorn, Directora de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”.
Explicó que dentro de las expresiones corporales de este malestar podemos encontrar dolor persistente, cansancio físico y mental, cefalea, insomnio y, en algunos casos, puede anteceder un padecimiento mental: “No todos los malestares emocionales se van a convertir en un trastorno, pero sí en muchos casos pueden ser el antecedente para un posterior padecimiento mental, de ahí la importancia de darle su lugar”, señaló la ponente.
“Respecto a los padecimientos y malestares emocionales, los hombres y las mujeres los presentan de manera distinta, y los profesionales de la salud tienen una forma diferente de escuchar y diagnosticar según el sexo de los pacientes, y esto es importante porque tiene un impacto en la calidad de los servicios que se ofrecen”, subrayó la experta.
Aseguró que entre el 30 al 60 por ciento de las personas que buscan atención en el primer nivel, se asocian con síntomas que no cubren necesariamente los criterios diagnósticos de una enfermedad y se ha visto que esto es más frecuente en las mujeres que en los hombres, y reveló que algunas explicaciones sobre las diferencias en la prevalencia se basan en el modelo biomédico tradicional que enfatiza las diferencias biológicas, como el sistema hormonal que varía a lo largo del ciclo vital en las mujeres, como factores para su mayor propensión a sufrir padecimientos mentales, así como la expresión de la masculinidad hegemónica, que en nuestra cultura rechaza la debilidad emocional o la búsqueda de ayuda y por eso los hombres manifiestan sus malestares con agresividad o consumo de sustancias.
En el Seminario Permanente de Género en Salud del Departamento de Salud Pública, transmitido por Facebook Live, la especialista mencionó que respecto a la atención a la salud hay muchas barreras en nuestro país, ya que tenemos un sistema de salud con una cobertura limitada, un presupuesto escaso y mal distribuido, pues únicamente el 2 por ciento del presupuesto en salud es destinado a la salud mental, y de esto el 80 por ciento se utiliza en hospitales psiquiátricos que se encuentran en las grandes urbes, por lo tanto, las mujeres que se encuentran lejos de estas ciudades tienen barreras geográficas que no les permiten asistir a los servicios, lo que lleva a un importante retraso en la búsqueda de ayuda.
Azucena Xancopinca