El sistema circadiano está compuesto por muchos relojes distribuidos por todo el cuerpo, los cuales reciben información a través de los ojos de cuando hay luz y cuando está oscuro y, por lo tanto, es de noche, para poder realizar funciones primordiales para el funcionamiento, tales como la alimentación, patrones de descanso y actividad, dando un ritmo circadiano.
Pero ¿qué pasa cuando se pierden estos ritmos circadianos? En la sociedad moderna es difícil mantener el orden correspondiente al día y a la noche debido a la popularización de las actividades nocturnas, que propician la larga exposición a la contaminación lumínica (pantallas y otras fuentes de luz artificial), o ingerir alimentos por las noches, generando patrones irregulares de sueño.
“La sociedad moderna se está volviendo atemporal”, afirmó la doctora Carolina Escobar Briones, Coordinadora de Investigación del Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de la UNAM, al afirmar que las consecuencias de la desincronización circadiana se pueden apreciar a nivel de enfermedades metabólicas -ganancia de peso, resistencia a la insulina, síndrome metabólico-, propensión al cáncer, desórdenes cardiovasculares y, sobre todo, en la salud mental.
Durante la conferencia “La pérdida de orden en los hábitos diarios impacta a la salud física y mental”, realizada en el marco del Día Internacional de la Mujer, la Semana del Cerebro y el XIV Ciclo Mujer y Ciencia, UNAM, la experta mencionó que en experimentos realizados en su laboratorio con ratas, donde alteró su sistema circadiano al forzarlas a estar despiertas cuando es su hora normal de descanso, demostró que la actividad cerebral y la temperatura corporal, así como el sistema endocrino y el metabolismo no presentaron cambios entre el día y la noche.
“Pero también se presentó un sistema inmune bajo que favoreció el crecimiento tumoral, al igual que un efecto negativo en órganos vitales como el hígado, el corazón, el tejido adiposo y músculo esquelético”, indicó.
Para relacionar estos resultados con los seres humanos, la doctora Escobar Briones, en colaboración con los doctores Natalí Guerrero Vargas y Manuel Ángeles Castellanos, aplicó el Cuestionario de Hábitos Cronobiológicos, a nivel nacional, en mayo de 2020. El hecho de que se realizara en plena pandemia ayudó a conocer el impacto del confinamiento y en él participaron casi 3 mil personas de entre 18 y 60 años.
Gracias a este cuestionario, se pudo conocer que la contaminación lumínica afecta principalmente a la población más joven, lo que se agravó con el confinamiento, ya que las actividades sociales influyen de manera importante para la temporalidad de hábitos, sin embargo, su ausencia impactó las actividades diarias como el sueño y la alimentación, afectando principalmente a los jóvenes quienes mostraron mayores valores de depresión, ansiedad y aumento de peso.
“Quiero hacer una invitación para que todos sean ordenados, sobre todo los jóvenes: que reconsideren la importancia de seguir horarios de dormir y de comer, a fin de no afectar negativamente su fisiología y conducta”, concluyó la doctora Escobar Briones en la conferencia transmitida por Facebook Live (https://bit.ly/3JCX6vK).
Luz Aguirre