La diabetes mellitus tipo 2 (DM2) es considerada un problema muy importante de salud pública en México y es una enfermedad que presenta características particulares entre hombres y mujeres.

“Es una enfermedad crónica grave que sobreviene cuando el páncreas no produce suficiente insulina, o cuando el organismo no puede utilizarla de manera eficaz. Su prevalencia ha aumentado progresivamente en los últimos decenios en todo el mundo, es multifactorial, de difícil control y se asocia a muerte prematura tanto en hombres como en mujeres, representando en el año 2021 la tercera causa de muerte en México”, detalló la doctora Austreberta Nazar Beutelspacher, Investigadora Titular del Departamento de Salud de El Colegio de la Frontera Sur.

Durante el Seminario Permanente de Género en Salud, transmitido por Facebook Live (https://bit.ly/3VAZrOi) y YouTube (https://bit.ly/3MuL0qD) coordinado por el doctor Ariel Vilchis Reyes, académico del Departamento de Salud Pública de la Facultad, la experta indicó que “en México, existen más de 8 millones de personas con diagnóstico médico previo de DM2, mostrando una prevalencia total mayor en mujeres (11.3 por ciento) que en hombres (9 por ciento), y esto sucede en un contexto de envejecimiento acelerado de la población, es decir, de una proporción creciente de personas adultas mayores, así como de cambios en las estructuras y relaciones familiares, pobreza y persistentes desigualdades de género, entre otras condiciones de desigualdades y cambio social”.

Asimismo, señaló que en cuanto a la vivencia de la enfermedad debe tomarse en cuenta que uno de los ejes transversales más importantes de desigualdad social es el género, y el efecto de la desigualdad de género se manifiesta tanto en hombres como en mujeres que cuentan con el diagnóstico de DM2.

Por otro lado, la doctora Nazar Beutelspacher apuntó que, en cuanto al diagnóstico y tratamiento, los hombres responden de manera heterogénea en el autocuidado, aunque la mayoría suele rechazar el diagnóstico mostrándose reacios a tomar medicamentos o lo hacen en dosis inferiores a las prescritas con el argumento de saber lo que les conviene, y se ha visto que mantienen hábitos de consumo que deberían suspender, teniendo como resultado un autocuidado débil o ausente.

A diferencia de los hombres diabéticos, la mitad de las mujeres enfermas viven en grupos domésticos de tipo extenso, resultando en una mayor carga emocional y económica para las mujeres que muchas veces las obligan a desempeñar extensas jornadas laborales, descuidando su bienestar”, mencionó.

También, enfatizó que la mayoría de las mujeres recibe poco o ningún apoyo de sus parejas, a las que se unieron impulsivamente, y con frecuencia refieren eventos de violencia en un contexto de pobreza que se agrava con la enfermedad provocando intensificación de la violencia contra las mujeres enfermas que son económicamente dependientes”, advirtió.

Azucena Xancopinca