La película El cisne negro narra la historia de Nina, una bailarina de una compañía de ballet de la ciudad de Nueva York, cuya vida, como la de todos los de su profesión, está completamente absorbida por la danza. La presión de su controladora madre, la rivalidad con su compañera Lily y las exigencias del severo director artístico se intensifican a medida que se acerca el día del estreno, lo que provoca en Nina un agotamiento nervioso y una confusión mental que la incapacitan para distinguir entre realidad y ficción.

En el marco del 4º Ciclo de Cine Debate “Salud mental y universitarios”, organizado por el Departamento de Psiquiatría y Salud
Mental (DPSM) de la Facultad de Medicina de la UNAM, la doctora Tania Ortega Rosas, académica de la Facultad, mencionó que “desde el punto de vista psicológico, la competitividad es la característica de la personalidad que todos tenemos en mayor o menor grado, basada en el impulso o deseo de sobresalir con respecto a otros, o bien, de superarnos a nosotros mismos de acuerdo a cómo nos comparamos con los demás, considerando ciertos estándares”.

Asimismo, explicó que mantener un equilibrio en la competitividad puede ser complicado; algunas personas la enfocan en su desarrollo personal y disfrutan de la competencia sana, pues tienen el objetivo de crecer profesionalmente y de perfeccionar sus habilidades, no exclusivamente de ganar: “El problema está cuando nos vamos a los extremos de hipercompetitividad, donde todo se convierte en una lucha por el bienestar emocional individual, y la aversión a la competitividad, que puede generar el ver a los demás como amenazas en cualquier entorno, incluso no competitivo”.

Fotografías cortesía del DPSM, FM, UNAM

Durante la actividad moderada por la licenciada Mary Carmen López Betancourt, trabajadora social clínica adscrita al DPSM, la doctora Claudia Erika Ramírez Avila, encargada del área de Capacitación Continua del DPSM, mencionó que no es malo ser competitivo o tener esta cualidad; lo importante radica en cómo se vive y se maneja esa competencia: “Puedes ser un excelente competidor o uno poco saludable, es decir, alguien que incluso podría actuar de manera poco ética con tal de alcanzar sus objetivos”.

“Las personas pueden ser competitivas, lo importante es el cómo lo son, es decir, siendo honestos, íntegros, que se preparan, no pisotean a los demás y no tratan de interponerse. Generemos un ambiente en el que nos podamos apoyar, ser compartidos e inclusive nos alegremos por el éxito del otro”, puntualizó.

Por Karen Hernández