El ozono (O3) puede tener efectos beneficiosos en la estratosfera al proteger a la Tierra de la radiación ultravioleta, pero a nivel del suelo puede ser un contaminante perjudicial para la salud al generar radicales libres y desequilibrar el sistema inmunológico.

En ese sentido, el Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UNAM, a través del Seminario de Investigación, organizó la conferencia «Cambio climático: contaminación ambiental por ozono y enfermedad degenerativa», impartida por la doctora Selva Lucía Rivas Arancibia, académica de dicho Departamento, donde habló sobre los factores geográficos, astronómicos y geológicos que influyen en el cambio climático de nuestro planeta.

En el evento transmitido por Facebook Live, explicó la distinción entre el efecto invernadero y el calentamiento global, señalando que el primero es un proceso natural en el cual ciertos gases atmosféricos retienen el calor solar en la Tierra para mantener una temperatura adecuada. Por otro lado, el calentamiento global se refiere al aumento de la temperatura promedio del planeta debido a la acumulación de gases, mayormente generados por la actividad humana, con efectos perjudiciales en el clima, los ecosistemas y la vida.

La exposición crónica al O3 puede iniciar la producción de Especies Reactivas de Oxígeno (ROS, por su sigla en inglés) debido a una baja respuesta antioxidante en el cuerpo, lo que puede tener consecuencias negativas para la salud, según los experimentos realizados por la académica titular del Laboratorio de Estrés Oxidativo y Plasticidad Cerebral de la Facultad.

“Se probaron dos grupos de roedores, uno expuesto a bajas concentraciones de ozono durante 4 horas diarias, imitando una contingencia ambiental, y otro sin exposición. Se analizaron muestras cerebrales en días específicos, confirmando daño cerebral en áreas como la sustancia nigra, hipocampo y estriado, siendo más notorio a los 60 días. A nivel microscópico, se observó inflamación, deformación y destrucción de la barrera hematoencefálica, cambios en la estructura molecular de proteínas como la beta amiloide, disminución de neuroblastos y una respuesta inmunitaria Th1. Además, se detectó daño intestinal y cardiaco, sugiriendo una conexión entre el Alzheimer y problemas intestinales, respaldado por marcadores de oxidación”, recordó la doctora Rivas Arancibia.

Del mismo modo, la doctora en Ciencias Biológicas enfatizó que el cambio climático está provocando perturbaciones en los ecosistemas silvestres, lo que resulta en un aumento de enfermedades transmitidas por vectores y el desarrollo de bacterias y hongos, algunos de los cuales podrían representar riesgos para la salud y que estaban previamente inactivos en el permafrost. Además, fenómenos sociales como las guerras, también contribuyen al daño del medio ambiente, repercutiendo en nuestra salud.

Finalmente, el doctor Ricardo Jesús Martínez Tapia, Coordinador de Investigación del Departamento de Fisiología y moderador del Seminario, agradeció la participación de la ponente y a la audiencia por su asistencia.

Por Fernando Jacinto