“Los bacteriófagos actualmente están en múltiples aplicaciones de la Medicina y otros ámbitos, por ejemplo: contra las enfermedades bacterianas, protección de cultivos y la seguridad de alimentos. Incluso se pueden utilizar para tratar el calentamiento global”, indicó el doctor Rodolfo García Contreras, académico del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina de la UNAM.

En la primera sesión del 2o Ciclo de Conferencias sobre Ciencias Básicas: “Virus que infectan bacterias y sus aplicaciones”, realizada el pasado 24 de julio y organizada por la Coordinación de Comunicación Social, el ponente explicó que los virus son un agente infeccioso microscópico acelular y solamente pueden reproducirse dentro de células. Además, están conformados por ácidos nucleicos ADN o ARN, rodeados de proteínas. “Al infectar una célula, los virus ‘fuerzan’ a ésta para que sintetice los ácidos nucleicos y proteínas del virus, lo que da lugar a la generación de nuevas copias virales”, detalló.

Durante la actividad transmitida por YouTube Facebook Live, el ponente mencionó que las bacterias sí son células y que es precisamente esta característica la que las hace susceptibles a los virus. “Las bacterias cumplen un papel muy importante en el equilibrio del medio ambiente, ya que procesos como la fotosíntesis son realizados por cianobacterias, lo que las hace producir hasta el 20 por ciento del oxígeno que existe en el planeta”, indicó el ponente.

“En el cuerpo humano, las bacterias cumplen funciones metabólicas que nos ayudan a digerir sustancias específicas y que de no tener una microbiota, no podríamos procesarlos. Incluso, más allá del metabolismo, las bacterias ‘entrenan’ el sistema inmunológico, promueven la salud de la piel, ayudan a combatir contra microorganismos patógenos, etcétera”, recordó el también Jefe del Laboratorio de Bacteriología de la Facultad de Medicina.

Específicamente, son los bacteriófagos aquellos virus que infectan a las bacterias y se estima que existen 10 veces más bacteriófagos que bacterias. Existen dos tipos de bacteriófagos: líticos y lisogénicos. Los primeros “actúan invadiendo la bacteria, replicando su material genético para posteriormente romperla, esparciendo así sus copias en busca de otra para repetir el proceso. Por otro lado, los bacteriófagos lisogénicos son menos agresivos debido a que invaden la bacteria, inyectan su material genético para integrarlo dentro de la información genética del huésped y conservarse ahí por un tiempo indefinido, hasta que por una situación específica decida romper la pared bacteriana y salir”.

Para el expositor, las potenciales ventajas del uso de los bacteriófagos es una gama de posibilidades para resolver muchos de los problemas que afectan la salud del ser humano e incluso otros campos de conocimiento. Sin embargo, el descubrimiento y la invención del término “bacteriófago” se remonta hasta 1917 cuando Félix d´Herelle, microbiólogo francés, encuentra la cura para la disentería que afectaba a los soldados franceses durante la guerra por el consumo de agua contaminada por bacterias.

Es gracias a este antecedente que se inicia con la investigación de los bacteriófagos, los cuales pueden sustituir a los antibióticos usados en la actualidad. “La facilidad para aislarlas y encontrarlas, su eficiencia ante cepas multidrogorresistentes, su especificidad y autorreplicación, la degradación de biopelículas e incluso la capacidad de volver nuevamente sensibles las bacterias a los antibióticos son las principales ventajas que supondría el uso de su terapia”, enfatizó el académico.

“En el área de la salud, se ha empleado su uso para salvar la vida de pacientes con infecciones bacterianas que no responden a antibióticos, para combatir enfermedades como el acné, el cual es originado por la bacteria Cutibacterium acnes. También, para el tratamiento de disbiosis orales, la cual se puede relacionar con enfermedades como periodontitis, caries, y hasta enfermedades cardiovasculares o artritis. Además de las contribuciones al ámbito médico, la aplicación de bacteriófagos lisogénicos se ha introducido en los campos animal y ambiental. “ Se aplica en los animales de crianza y de consumo. Ambientalmente se utilizan para desinfectar cuerpos de agua, en la agricultura para prevenir enfermedades de plantas de consumo humano o del ganado; así como en la seguridad de alimentos, previniendo su contaminación.

El doctor García Contreras concluyó que el impacto positivo del uso de bacteriófagos aún está muy lejos de mostrarse por completo, ya que los avances actuales son sólo el inicio de un futuro muy favorecedor.

Fernando Jacinto