El 21 de julio de 1988 la historia de la Medicina mexicana y de América Latina se transformó: el doctor Rubén Argüero Sánchez y un grupo de especialistas realizaban el primer trasplante exitoso de corazón al señor José Fernando Tafoya Chávez, en el Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional “La Raza” del Instituto Mexicano del Seguro Social.

“Aproximadamente a las 11 horas de ese día un buen amigo neurocirujano me informó de la existencia de un potencial donador: se trataba de Eloísa Pacheco, una paciente con un tumor cerebral que no fue posible extirpar y quien horas después presentó signos de muerte cerebral y datos evidentes de pérdida de vida”, rememoró el doctor Argüero Sánchez, actual jefe del Departamento de Cirugía de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Durante la Actividad Cultural, recordó cómo las pruebas cruzadas indicaron que el receptor ideal del “corazón donador” era el señor Tafoya Chávez, de 45 años, a quien le preguntó “¿don Fernando, nos la jugamos?” La contestación fue inmediata: “el único que se la juega soy yo, pero para eso estoy aquí”.

“Inició la toracotomía, se extrajo el órgano enfermo y, bajo una bitácora estricta, se seccionaron los elementos anatómicos y colocaron y unieron de manera cuidadosa los vasos […]. En la mayor parte de las áreas del hospital existía un ambiente de misterio, emoción, interrogantes, y buenos y angustiosos deseos.

“Mientras tanto, en el quirófano, se procedía a retirar la pinza colocada en la raíz de la aorta; lo normal era que la sangre corriera y el corazón empezara a palpitar, pero en esa ocasión ¡demoró 18 minutos! Los más largos de mi vida. Sentía mi estómago perforado por la angustia. Cuando latió, todas las emociones fluyeron”, describió el protagonista de ese gran acontecimiento.

Así, a las 22:03 horas, el corazón funcionaba sin asistencia circulatoria y presentaba signos normales, es decir, se había logrado el primer trasplante de corazón en México.

Resaltó que “la cosecha de un órgano ‘con latidos efectivos’ transformó la cultura relacionada con la muerte cerebral. Fue un hecho histórico que cambió los programas de trasplantes, pues con ello se permitía utilizar un material biológico invaluable”, manifestó al recordar que, en 1984, el doctor Jesús Kumate Rodríguez, con una actitud visionaria, integró el comité para modificar la Ley General de Salud en materia de trasplante, del que el doctor Argüero Sánchez formó parte.

“Sabíamos que la preparación y el conocimiento son muy importantes, pero no necesariamente garantizan el éxito. Éstos representan el 15 por ciento de lo que es necesario para triunfar, el 85 por ciento restante se atribuye al elevado nivel de motivación y a una actitud saludable. La diferencia entre los que consiguen muchos logros y los que obtienen muy pocos, es que los primeros piensan activamente, hacen con pasión todo lo que imaginan, permiten que su dios interior se muestre en todo lo que hacen con entusiasmo. Los soñadores efectivamente corren riesgos y esa actitud de vida a veces se convierte en un hábito”, aseguró el doctor Argüero Sánchez.

Después de la intervención, el señor Fernando Tafoya volvió a trabajar, a hacer su vida familiar y social; murió año y medio después por una infección estomacal.

Lili Wences