El fenómeno de las adicciones depende de diversos factores como el biológico, psicológico y familiar, así como del contexto social, y puede desencadenar distintas formas de violencia. Para debatir sobre este tema, en la Primera Jornada Académica de Salud Mental se abordó el tema “Adicciones, violencia y universitarios”, moderado por la licenciada Claudia Guadalupe Mena Castañeda, académica del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental (DPSM) de la Facultad de Medicina de la UNAM.

“Una de las cosas más necesarias en este tipo de temas es la prevención. Es muy importante tomar en cuenta que en los temas de violencia y adicciones se puede prevenir, pero en etapas muy tempranas. Parte de la base fundamental del buen desempeño y desarrollo de cualquier ser humano tiene que ver con una buena salud mental desde pequeños”, destacó la doctora Jacqueline Cortés Morelos, académica del DPSM y presidenta electa de la Asociación Psiquiátrica Mexicana.

Asimismo, recordó que aquellos padres que crecieron bajo algún tipo de violencia, y quieren compensar esa infancia con sus hijos, deben tener cuidado de no consentirlos de más o los niños empezarán a chantajearlos y abusar de ellos.

Por su parte, el doctor Juan Pablo De la Fuente Stevens, coordinador de la Clínica de Atención Integral de Adicciones del DPSM, explicó que hay patrones de consumo de alcohol o drogas que no necesariamente son una adicción, pero pueden asociarse a conductas de riesgo o dañar la salud de las personas. Por ello, resaltó la importancia de trabajar en los tres niveles de prevención: el universal, el cual busca retrasar la edad en que se inicia el consumo; el selectivo, enfocado en población con mayor riesgo de presentar algún problema, y el terciario, dirigido a un subgrupo de la población y adicción en específico.

“El origen de la violencia tiene que ver mucho con los estilos de crianza, pero también con una cultura que venimos arrastrando y con la estructura patriarcal, en donde tenemos una serie de situaciones que se van transmitiendo de generación en generación a partir de modelos de aprendizajes y conductas normalizadas”, explicó la licenciada Ana Lilia Guerrero Viloria, coordinadora de la Clínica de Género del DPSM.

En la estructura social en que vivimos, dijo, los hombres están a la cabeza y tienen poder, pero hacen un mal uso de éste y terminan ejerciendo conductas violentas para reiterar su dominio. “De ahí vamos a normalizar el trato inequitativo, el que hombres y mujeres puedan, o no, hacer ciertas actividades, y tener cierto tipo de conductas que son avaladas sólo para hombres”, afirmó la licenciada Guerrero Viloria al asegurar que “las conductas abusivas pueden cambiar, hay alternativas de intervención para quien ha recibido violencia y para quien la ejerce”.

Eric Ramírez