“La Medicina es una de las grandes profesiones
y yo la abrazo con profunda vocación”

Un hombre optimista y feliz, así se describe José Narro Robles, quien después de concluir su gestión al frente de la Secretaría de Salud, regresa a su casa, la UNAM, de la cual, asegura, “es imposible salir, y a la que se ama desde dentro y desde fuera”.

En su oficina del Centro de Investigación en Políticas, Población y Salud, donde se reincorporó como Profesor de Tiempo Completo de la Facultad de Medicina, nos comparte sus vivencias personales y experiencias profesionales.

Construyendo el camino de su vocación
El doctor Narro nació el 5 de diciembre de 1948 en Saltillo, Coahuila, donde cursó el primer año de primaria. En el segundo año su familia se mudó a Átil, Sonora, donde estudió en una escuela rural con un profesor que daba clases en varios grupos, lo que marcó de manera muy importante su vida. “Ya para tercero de primaria, nos trasladamos a la Ciudad de México y aquí tomé clases en la escuela ‘Benito Juárez’ y después en la primaria «Constitución de 1857’, donde concluí mis estudios. Vinimos a buscar suerte, oportunidades, y una educación que mis hermanos y yo recibimos en el sistema público de nuestro país”, recuerda.

¿Cómo fue su primer acercamiento con la Medicina?
Desde niño pude conocer la tarea de un médico: mi padre, quien todavía en los años cincuenta y principios de los sesenta hacía visitas a sus pacientes. En muchas ocasiones lo acompañé y vi cuál era el trabajo del médico, la manera en que se relacionaba con las familias.

Tengo que reconocer que si tuviera que volver a escoger mi profesión, elegiría de nueva cuenta la carrera de Médico Cirujano, pues ofrece grandes posibilidades, tanto para la Medicina clínica y poblacional, así como para la investigación y el campo de las humanidades.

¿Cómo decidió su especialización?
Cuando llegó el momento de seleccionar el campo de desarrollo profesional y de posgrado, tuve el apoyo y la orientación, como todo el tiempo, de grandes profesores. Del entonces director de nuestra Facultad,
el doctor José Laguna García; de un gran maestro que me impartió clases de Salud Pública, el doctor José Rodríguez Domínguez, quien me ayudó mucho para encontrar y definir el acercamiento a la Salud Pública,
la administración de los servicios de salud y la Epidemiología, campo que en aquel tiempo (1976) los ingleses, que estaban reorganizando el servicio nacional de salud en Gran Bretaña, definieron como Medicina Comunitaria.

El doctor Rodríguez Domínguez me ayudó, y de hecho seleccionó, el lugar al que yo iría a hacer mis estudios de posgrado; él me abrió el espacio para que me fuera a la Universidad de Birmingham, Inglaterra, y a los servicios de salud de la región de West Midlands.

¿Cuál es la mayor enseñanza que ha tenido como docente?
He aprendido que la mejor manera de estar actualizado, de ser y sentirse vigente es dar clases y hacerlo bien, con la convicción de que es una tarea importantísima y no sólo transmitir información, sino realmente ayudar a la configuración de personalidades, contribuir al desarrollo de las potencialidades y habilidades de los alumnos. Yo francamente disfruto esa responsabilidad.

La actividad docente es una de las que más me ha motivado; ingresé como profesor a la Facultad de Medicina en 1974 y he dado muchísimos cursos, en su tiempo, de Medicina Preventiva, de Salud Pública, de Epidemiología y de algunas otras materias, incluso en la Facultad de Química; he impartido clases en pregrado y en posgrado, en la especialidad de Medicina Familiar. Creo que la docencia es una de las grandes tareas del personal académico, yo la desarrollo con una enorme convicción. Han sido más de 40 años los que he estado muy cerca de la docencia.

“Ser parte de la UNAM es algo maravilloso”
Para el doctor Narro es un orgullo y honor formar parte de esta gran institución. A lo largo de su trayectoria, ha desempeñado diferentes cargos. En la Facultad de Medicina fue jefe del Departamento de Medicina General, Familiar y Comunitaria, así como su director de 2003 a 2007. En la Universidad, fue director General de la Extensión Académica, secretario General de Planeación, secretario General, convirtiéndose en el rector número 43 el 17 de noviembre de 2007, y siendo elegido para un segundo periodo consecutivo que concluyó el 16 de noviembre de 2015.

¿Cómo describiría su experiencia al frente de la Dirección de la Facultad de Medicina?
Fue una de las experiencias más íntimas, lo digo porque siendo estudiante, egresado, profesor, habiendo recorrido sus instalaciones, sus espacios y tener la oportunidad de intentar articular el trabajo de su comunidad fue francamente maravilloso. Además, me dio grandes satisfacciones, porque la Universidad es el lugar donde lo que se sueña, sucede. Uno imagina cosas y puede hacerlas, y desde la Dirección de una facultad, escuela, instituto o centro, se plantea uno retos que, en relativamente corto tiempo, pueden formar parte de la realidad.

Otra de las cosas que he aprendido aquí en la UNAM es que el trabajo de quien dirige es importante, pero lo que hace realmente grande a la institución es el trabajo de sus comunidades, y en la Facultad de Medicina hay un gran orgullo de pertenencia.

“Tuve la enorme fortuna de ser designado
como rector y adquirir la mayor distinción,
pero también una de las más grandes responsabilidades,
que es ayudar en la dirección
y coordinación de esta gran institución,
la única de educación superior que está
en todas las entidades federativas del país”.

¿Qué significó para usted asumir la Rectoría de la UNAM?
Es el mayor honor que he tenido en mi vida profesional. Fue una aventura intelectual y maravillosa. Ser rector reclama una dedicación absoluta y entender cosas fundamentales: que uno debe procurar, siempre, ser parte de la resolución de los problemas y no generador de ellos. Con respeto a la autoridad de directores de escuelas, facultades y centros, y la derivada de los cuerpos colegiados; respeto a los trabajadores y a sus formas de organización, a la capacidad de nuestros profesores para ejercer la cátedra con libertad y a la labor desarrollada por la comunidad estudiantil, con un pleno apego a los valores universitarios. Hacer que se respete la autonomía de la Universidad y ser responsable frente a la sociedad de la que derivan los recursos que recibimos.

¿Qué representó para usted ser nombrado secretario de Salud?
Una oportunidad. Siempre he pensado que la tarea que realizamos en la Universidad es para el país, y hay muchas formas de cumplir con él. Al asumir como secretario de Salud lo hice con pleno apego a la convicción de que los universitarios debemos entregarle nuestros esfuerzos a la población mexicana.

Me he movido entre la educación y la salud, han sido mis dos grandes campos de vida profesional, y ésta fue la cuarta vez que pasé por la Secretaría de Salud. Mi primer trabajo como médico lo realicé en la desaparecida Dirección General de Investigación de Salud Pública. La segunda vez fue en la gestión del doctor Guillermo Soberón, desempeñándome como director General de Salud Pública en el Distrito Federal. La tercera la desarrollé con otro exrector de la Universidad cuando fue secretario, el doctor Juan Ramón de la Fuente, siendo subsecretario de Servicios de Salud.

Disfruté enormemente esa responsabilidad de alta envergadura; no todo depende por supuesto del secretario, pero sí hay una tarea muy importante para evitar enfermedad y muerte prematura, y generar una sociedad más sana.

Avances en diferentes frentes
Durante su gestión como secretario de Salud se disminuyó la mortalidad infantil y materna, hubo una mejora en la cobertura de vacunación y en la articulación de los servicios de salud; y se posicionaron en el centro de la atención algunos de los grandes problemas en la salud pública, como el embarazo infantil y adolescente, el problema de obesidad, el sobrepeso y sus consecuencias, la diabetes, la hipertensión y las enfermedades no transmisibles.

“Creo que la salud es el gran prerrequisito
para poder contar con el desarrollo
de las potencialidades de la persona,
no lo es todo pero sin ella no hay casi nada”.

“Hay muchos retos todavía en México, pero sin duda alguna, en los últimos años, las condiciones de salud de los mexicanos son mucho mejores en cuanto a cobertura y calidad de la atención, así como en la anticipación de problemas sobre salud mental, adicciones y los asociados al envejecimiento”, resalta.

¿Qué les diría a los futuros profesionales de la salud?
Que son muy afortunados, se trata de profesiones típicamente de servicio, que requieren de vocación, entrega y enorme convicción, donde pueden encontrar un gran espacio para cumplir ese llamado que uno siente.

Entre el baile, la lectura y los Pumas
Además de la parte profesional, donde ha encontrado grandes satisfacciones y motivos de orgullo, el doctor Narro gusta de la música y el baile: “Me gusta el rock and roll y otros tipos de música. Me agradan los deportes, como el béisbol, el futbol americano y el soccer; soy seguidor de los Pumas, disfruto mucho cuando nos va bien, sufro enormemente cuando tenemos tropezones. Me gusta bastante leer novela, pero igualmente ensayos, temas de actualidad; me preocupo por enterarme y entender lo que pasa en nuestro mundo”.

“Me gusta mucho ayudar, disfruto esa actitud, y me interesa entender al ser humano, soy una persona que cree en los valores, que piensa que en el mundo la felicidad no deriva de tener sino de realizarse”, afirma.

Se dice afortunado por el apoyo de colaboradores, amigos, compañeros y jefes extraordinarios que ha tenido en su camino profesional. En particular, agradece a los doctores Enrique Graue, rector de la UNAM, y Germán Fajardo, director de la Facultad de Medicina, por recibirlo “con gusto y de forma extraordinaria. Ese binomio de un gran rector y un gran director hacen todavía más fuerte a nuestra Universidad”, asegura.

“La gran felicidad no está en acumular fortunas
y bienes materiales, sino en poder disfrutar la vida,
ayudar a los demás y poder realizarse personalmente”.

Lili Wences