La Belle Époque es una expresión que designa un periodo comprendido entre 1870 y 1914, donde hubo una serie de cambios que acontecieron en la vida diaria de los habitantes, en especial en la ciudad de París. “Este tiempo de bonanza y de optimismo se vive entre guerras, por así decirlo, ya que inicia cuando acaba la guerra franco-prusiana que marca a Francia como perdedora y culminará con el inicio de la primera guerra mundial”, señaló la maestra Nuria Galland Camacho, Coordinadora de Servicios Pedagógicos y Contenidos Académicos del Palacio de la Escuela de Medicina.

En ese lapso, París se consolida y se empieza a formar en una ciudad con las características que hoy conocemos. Y el arte no se queda atrás, va a ser un franco reflejo de la vida, de este cambio en la manera de existir, de habitar la ciudad y también de habitar a uno mismo , abundó la experta en el Curso-taller de Historia del Arte, transmitido por Facebook Live de la Facultad de Medicina de la UNAM.

En la obra El almuerzo de los remeros de Pierre Auguste Renoir, quien fue uno de los grandes representantes del movimiento impresionista, “podemos observar que rompe, hasta cierto punto, el protocolo de actuar en público, quitándose la camisa, dejando sólo la ropa interior; en la mesa hay una serie de botellas, copas, vino y mugre alrededor que nos hablan del divertimento de ese tiempo, de la manera en que están invirtiendo el tiempo libre al exterior en compañía de sus amigos”, detalló la maestra Galland Camacho.

Otro elemento importante de esa época es la posibilidad de construir grandes edificios y esto se debe al desarrollo de armazones de construcción de metal, el mejor ejemplo es lo que conocemos como la Torre Eiffel, que fue parte de las piezas inaugurales de la exhibición internacional que se realizaba en París hacia 1889: “Se convirtió en el edificio más alto hasta ese entonces en Europa, rompía por completo con el paisaje urbano propio de la ciudad, mucha gente lo rechazó, sentía que era una especie de aberración arquitectónica pero, poco a poco, pese a su función efímera, la gente lo empezó a considerar parte de la ciudad”, explicó.

Otro elemento de la Belle Époque fue la moda, ya que era importante la manera en que se vestía y aparecía en público. En la obra Madame Charles Max de Giovanni Boldini, se observa cómo cambian, hasta cierto punto, los arquetipos de belleza y cómo se va aligerando la vestimenta. “También vemos la blancura, característica que se trabaja en esa época, vemos cuerpos mucho más delgados, lánguidos y poéticos en cuanto a la imagen femenina”.

La maestra Galland Camacho hizo un recorrido por varias obras que representaban la vida diaria de las personas en el París de esa época. Una de ellas es Boulevard Montmartre de noche de Camille Pissarro, “es un paisaje nocturno que se logra gracias a la presencia de farolas, se pueden identificar algunos coches prendidos, las multitudes andando por la calle, esta sensación de vida y vitalidad que no se había vivido antes”, concluyó.

Janet Aguilar