“La alopecia es la ausencia o caída de pelo en zonas que normalmente lo tienen, se refiere primordialmente a la cabeza, sin embargo, hay ciertos tipos que llegan a afectar las cejas, las pestañas, el vello facial, el pubis, las axilas y los brazos. Tomarla en consideración es importante, porque el pelo juega un papel crítico en la imagen e identidad que cada uno tiene de sí mismo. Esto puede tener consecuencias importantes de índole físico, psicológico y social, además que genera estrés y ansiedad a quien la padece y también suele mermar su autoestima”, indicó el doctor Rodrigo Roldán Marín, Responsable de la Clínica de Oncodermatología de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Durante el webinar “Alopecia, secuela a largo plazo de COVID-19”, transmitido por Facebook Live de la Facultad, el experto explicó que es un padecimiento complicado porque puede tener múltiples causas. Se puede caer el cabello por carácter hereditario, ciertas enfermedades autoinmunes, la ingesta de determinados medicamentos o deficiencias nutricionales. También es importante determinar desde un inicio si se trata de una pérdida de cabello que tenga un carácter reversible, es decir, si vuelve a crecer el cabello, o si es una pérdida irreversible, donde ya no hay manera de ayudar al paciente para que le vuelva a crecer el cabello. Se requiere siempre un adecuado diagnóstico para ofrecer un correcto abordaje terapéutico.

Asimismo, señaló que existen algunos síntomas que se han asociado a la infección por SARS-CoV-2 y que permanecen semanas o meses posteriores a la recuperación. Si éstos persisten a partir de la semana cuatro de recuperación, se entra a la fase subaguda post-COVID, y si alguno continúa después de la semana 12, se le conoce como fase crónica post-COVID. “Como consecuencia de la fase aguda post-COVID, el 20 por ciento de pacientes refiere caída de cabello, particularmente un tipo de alopecia que se conoce como efluvio telógeno y que puede presentarse de dos a cuatro meses posterior a la recuperación de la infección por el SARS-CoV-2”, apuntó.

El efluvio telógeno se refiere a la pérdida de cabello que ocurre semanas o meses posteriores a un episodio estresante sistémico, que puede ser relacionado con un evento de enfermedad, trastornos nutricionales e incluso con un cambio de estación en zonas donde los cambios son más marcados o bruscos, y por la ingesta de ciertos medicamentos como lo es la quimioterapia.

Al mostrar unas imágenes de pacientes que presentaron efluvio telógeno relacionado con la enfermedad de COVID-19, el doctor Roldán Marín indicó que se ha observado pérdida difusa de cabello y, a través del dermatoscopio, se puede ver adelgazamiento del grosor del tallo del pelo y áreas donde los folículos quedan vacíos.

Finalmente, mencionó que el estrés por el encierro y el miedo a enfermar también puede causar efluvio telógeno, el cual suele durar no más de seis meses y se recupera al 100 por ciento, y que en algunos pacientes con efluvio post-COVID-19 se desenmascara una alopecia androgénica que estaba en una fase inicial o temprana.

Janet Aguilar