Día de la Maestra y el Maestro

Dr. Jorge Adan Alegría Baños*
Dedicado a Yoli, por su amor y cuidados para recuperarme

En México cerca de 420 mil personas ejercen la docencia en instituciones de educación superior, de las cuales casi el 80 por ciento lo hacen de tiempo parcial. Esto concuerda con lo informado por la Facultad de Medicina de la UNAM (2016-2020), en donde laboran alrededor de 4,940 académicos, 3,910 de los cuales son docentes de asignatura y suelen desempeñar actividades de atención a la salud de manera paralela a la enseñanza.

La pandemia por COVID-19 modificó abruptamente tanto la práctica clínica asistencial como la experiencia de enseñar. Exigió a los docentes adecuar su horario y método, sin que la mayoría dimensionara que la duración e impacto del problema impondría una escolarización remota de emergencia, que se fue cronificando con aulas cerradas por más de un año. Estudios realizados en nuestro país señalan que casi el 65 por ciento de los docentes no habían impartido una clase en línea o practicado la enseñanza en modalidad semipresencial antes de la restricción sanitaria (De Los Heros y cols., 2020). A ello, se sumó la barrera de la conectividad, pues a nivel nacional sólo 56.4 por ciento de los hogares cuentan con conexión a Internet, según informó la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnología de la Información en los Hogares (INEGI, 2020).

Un grupo particularmente afectado fueron los docentes encargados del cuidado y educación de los hijos. Durante lo que va de la pandemia, más de la mitad del personal universitario atendió la crianza de su familia sin descuidar sus actividades de enseñanza, con múltiples consecuencias, varias de ellas relacionadas con el modelo de la propia sociedad y los roles de género. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, hasta el 50 por ciento de las mujeres presenta riesgo de perder su empleo en México como consecuencia de la pandemia. Además, a nivel global se ha descrito una pérdida de empleo con mayor perjuicio para la mujer, como en Estados Unidos, donde abandonaron ocho veces más la fuerza laboral que los hombres durante el confinamiento.

Cumplir el compromiso de formar a los futuros profesionales de la salud ha sido un camino extenuante, enfrentando los retos laborales en la asistencia clínica, las dificultades de conectividad e inexperiencia para desarrollar y gestionar entornos virtuales de aprendizaje, el cuidado de la familia incluyendo en muchas ocasiones la enseñanza activa de los hijos en casa, la exacerbación de violencia doméstica y tristemente la pérdida de la propia salud, haciendo hincapié que México es el país con mayor número de defunciones en trabajadores de la salud, con casi 4,000 defunciones y cerca de 236,000 casos confirmados (Secretaría de Salud, 2021).

Hoy celebramos a quienes se han reinventado, convirtiéndose en aprendices para poder enseñar, ya sea al pedir ayuda a familiares para montar un set de grabación y resolver problemas de plataforma, o bien, al cursar un diplomado para recibir capacitación profesional que permita superar brechas como la “fatiga Zoom”, nuevas herramientas para la evaluación del aprendizaje y los largos soliloquios producto de clases magistrales ante cámaras cerradas.

*Médico internista oncólogo; Maestro en Ciencias Médicas, Educación y Farmacología Clínica; Tutor integral (PIT) y de Investigación (AFINES); Académico del Departamento de Embriología y Genética, Facultad de Medicina, UNAM