Junio es el mes del orgullo LGBTTTIQ+ y tiene como objetivo eliminar las inequidades, las desigualdades, la discriminación que han vivido durante mucho tiempo quienes lo integran y ser reconocidos como parte de la comunidad.

En este marco y al presentar el tema “Las sexodiversidades en tiempos de riesgos sanitarios (COVID e ITS)”, el maestre Rubén Hernández Duarte, Director de Inclusión y Prácticas Comunitarias de la Coordinación para la Igualdad de Género (CIGU) de la UNAM, afirmó que “en el centro de esta exposición están las diversidades sexo-genéricas o las sexualidades no normativas, es decir, las personas que nos ubicamos en esta posición de disidencia respecto de la sexualidad normativa en tiempos en que las preocupaciones sobre la salud están muy centradas en la COVID-19, pero que no termina por ponernos en un plano donde no nos afecten otras formas de exposición a la enfermedad. Esta situación nos pone a pensar en los múltiples riesgos, problemáticas o desafíos que vivimos como comunidad”.

Asimismo, consideró que en esta pandemia se confirmó que ni los espacios privados, como el hogar, ni los públicos como la calle, los centros comerciales o los hospitales, son lugares seguros para la comunidad LGBTTTIQ+. Incluso, se hizo más evidente la discriminación y la violencia a la hora de que estas personas buscaron atención para COVID o infecciones de transmisión sexual (ITS).

En el Seminario Permanente de Género en Salud, coordinado por la doctora Luz María Moreno Tetlacuilo y transmitido por Facebook Live de la Facultad de Medicina de la UNAM, el especialista recordó que, en diversas entrevistas, las personas le han confesado que la pandemia las obligó a dejar de tener relaciones sexo-afectivas por temor a enfermarse y, posteriormente, ser discriminadas. “Creo que hay que seguir promoviendo el autocuidado y la ética del cuidado, pero sin perder el vínculo social, el amor colectivo o la fuerza vinculatoria con otras personas, que es lo que nos va a permitir sobrevivir a estas condiciones tan fuertes de precariedad y de exposición a formas de vulnerabilidad médicas y de otros tipos”, reflexionó.

Por ello, enfatizó que el problema principal no tiene que ver con la salud o la enfermedad, sino con el espacio de intersección entre la conversación de la salud y la preocupación por el padecimiento, así como con las prácticas sociales y los roles de las personas que invaden la intimidad sexual en el caso de las ITS, o la vinculación social en otras enfermedades.

Al señalar que se requiere más formación en perspectiva de género y de derechos humanos, el maestre Hernández Duarte apuntó que “el personal de salud necesita formarse no nada más desde lo teórico-profesional, sino desde el punto de vista de la sensibilización con las desigualdades del género y entender las necesidades sexo-genéricas que tienen que ver con cómo está configurado el orden del género.”

Eric Ramírez