A finales de 2019 se dio a conocer que en Wuhan, China, hubo una alerta epidemiológica por un brote severo de casos de una enfermedad respiratoria atípica. Pronto se identificó como responsable a un virus de la familia
de los coronavirus
, y hasta ese año se conocían seis tipos diferentes de coronavirus humanos.

“Gracias a estudios previos ya existían conocimientos sobre esta familia de virus, lo que nos ha permitido hacer diagnóstico, seguimiento y desarrollo de vacunas y drogas antivirales, también ha habido una inversión inédita de varios gobiernos y la industria para estudiar estos virus”, explicó la doctora Susana López Charretón, Investigadora del Instituto de Biotecnología de la UNAM e integrante de El Colegio Nacional.

Actualmente, existen pruebas moleculares (antígenos y PCR) y pruebas serológicas; la PCR se considera el estándar de oro en el diagnóstico, no obstante, es lenta y costosa, pues utiliza reactivos caros y equipo de laboratorio sofisticado y requiere un procesamiento largo. Las pruebas de antígenos detectan proteínas virales, son menos costosas y más rápidas, pero tienen el inconveniente de no detectar cargas virales bajas, por lo que pueden resultar negativas al inicio o al final de la infección. Por otra parte, las pruebas serológicas detectan los anticuerpos que el organismo genera contra el virus, nos indican si una persona ya tuvo infección o generó anticuerpos con la vacunación.

En la conferencia magistral moderada por la doctora Margarita Cabrera Bravo, Jefa del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina de la UNAM, la doctora López Charretón mencionó que el campo de investigación sobre fármacos para tratamiento de la enfermedad es el que menos avances ha tenido, pues la FDA solamente ha aprobado al remdesivir, el cual no ha mostrado la eficacia esperada.

En el campo de las vacunas hay más de 100 prototipos que se están evaluando en las distintas fases clínicas, se han autorizado 11 y ocho ya están aprobadas para su uso. Las vacunas de Pfizer y Moderna utilizan RNA envuelto en una capa lipídica, mientras que las vacunas Sputnik, AstraZeneca y CanSino usan vectores virales, y la vacuna Sinovac se elabora a partir de virus inactivados. Estas vacunas se desarrollaron de forma rápida gracias a la alta inversión con la que contaron.

Asimismo, en varios países del mundo se han detectado variantes virales del SARS-CoV-2 posiblemente mejor adaptadas a replicarse que el virus original, sin embargo, a pesar de su capacidad de infección, estas variantes no han disminuido significativamente la efectividad de las vacunas, pues se ha observado una reducción notable de la mortalidad en personas vacunadas.

En la 6ª Feria del Libro de Ciencias de la Salud 2021, la doctora López Charretón señaló que para combatir estas variantes es importante seguir acatando las medidas como uso de cubrebocas, aislamiento, evitar aglomeraciones y tener en cuenta que las vacunas aplicadas en México son eficaces y seguras; además, es importante buscar fuentes de información serias como la página de la Organización Mundial de la Salud o de la Sociedad Mexicana de Virología para evitar la información engañosa.

Ricardo Ambrosio