Las familias homoparentales se integran por dos personas del mismo sexo que constituyen un núcleo familiar formal, tienen la capacidad de apoyarse, engendrar, adoptar, educar y convivir con hijos reconocidos como tales por el Estado y la sociedad.
La comunidad LGBTIQ+ ha buscado el reconocimiento de sus derechos, su lucha se ha materializado en modificaciones al artículo 1º constitucional correspondiente a las garantías individuales, la aprobación en el 2009 de la reforma al artículo 146 para el matrimonio igualitario en el Código Civil, así como el artículo 4º y 11º de la Constitución Política de la Ciudad de México, donde se prohíbe todo tipo de discriminación por preferencia u orientación sexual y se reconocen los derechos de las familias formadas por parejas de la comunidad LGBTIQ+.
Hay 24 estados de la República Mexicana donde las personas del mismo sexo pueden acceder al matrimonio y en 14 de ellos se permite que puedan adoptar. Al respecto, la doctora Virginia Barragán Pérez, investigadora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental (DPSM) de la Facultad de Medicina de la UNAM, mencionó que de acuerdo con datos del INEGI, a 10 años de que se promulgaron estos cambios en el Código Civil, las uniones entre personas del mismo sexo se han quintuplicado, el 0.7 por ciento de la población del país ha optado por esta modalidad de matrimonio, el 45.9 por ciento cuenta con estudios profesionales y la tasa de divorcios es de 8 por cada 100 matrimonios, siendo menor que en las parejas heterosexuales.
La primera pareja del mismo sexo logró adoptar en el 2011 en la Ciudad de México; hasta la fecha sólo han podido adoptar 17, esta cifra corresponde al 0.02 por ciento de todas las que existen en el país.
En el Seminario de Salud Mental y Psiquiatría, transmitido por Facebook Live y moderado por la doctora Ingrid Vargas Huicochea, Coordinadora de Investigación del DPSM, la doctora Barragán Pérez explicó que hay múltiples argumentos en contra de las familias homoparentales, pues se postula que se rompe el esquema de la familia tradicional en el que hay un hombre y una mujer, además de que los niños adoptados por estas parejas no podrán desarrollarse de forma normal e incluso pueden volverse problemáticos, tener trastornos psiquiátricos o volverse homosexuales; no obstante, la evidencia científica a través de estudios realizados por instituciones como la Asociación Psicológica Americana han desmentido estos argumentos y no han encontrado diferencias entre los niños adoptados por parejas homoparentales y heterosexuales.
Por otra parte, la especialista señaló que hoy en día existe el fenómeno que se conoce como “prejuicio encubierto”: “Pareciera que actualmente se considera políticamente correcto decir que la homosexualidad está bien, sin embargo, al hablar de los derechos al matrimonio y adopción que tienen estas parejas todavía hay prejuicios, muchos de ellos basados en miedo y desconocimiento”.
“Puede haber cosas con las que no estemos de acuerdo, por nuestros valores, religión o educación, eso está bien, lo que sí tenemos que hacer es aprender a respetar, si eso lo hacemos todos, tendremos una mejor convivencia y una mejor sociedad”, concluyó.
Ricardo Ambrosio