“La frontera entre México y Estado Unidos es una región compleja y dinámica, yo la considero como casi un tercer país dentro de las dos naciones”, comentó la doctora Eva Moya, profesora en la Universidad de El Paso, Texas, y especialista en disparidades de salud y vivienda.

Esta es la región del mundo con mayor movilidad humana, tiene un promedio de un millón de cruces legales diarios y enfrenta graves problemas como la trata de blancas, el tráfico de armas y drogas, cruces irregulares, racismo y xenofobia, explicó la experta en el marco del Seminario sobre Migración, Frontera y Salud con el tema «Situación de calle y albergue en mujeres hispanas y no hispanas», transmitido por Facebook Live.

La zona fronteriza del Paso Texas se integra de una población de 14 millones de habitantes, en donde se tienen menores servicios de salud, agua y transporte, así como altos índices de obesidad, diabetes, problemas cardiovasculares y ocho de cada 10 causas de muerte son las mismas en ambos países. Sin embargo, hay quienes cruzan la frontera hacia México en busca de servicios de salud económicos.

Asimismo, existen diversos retos como la globalización, la xenofobia, los riesgos ambientales, el cambio climático, la urbanización, los costos, las barreras de idiomas, la infraestructura limitada para atender las necesidades de salud mental, la situación migratoria y la poca coordinación de ambos países para realizar un monitoreo adecuado de los procesos de enfermedades crónicas.

En un caso de estudio de mujeres desamparadas titulado Intersectionality of Ethnicity, Gender, And Homelessness in El Paso, Texas, en donde participó la doctora Eva Moya y la doctora Silvia Chávez-Baray, se reveló que en el año 2019 se documentaron 809 personas en situación de albergue y la existencia de mil 693 casos de personas sin vivienda, el doble de la cifra del censo oficial. Estas personas viven entre 15 y 20 años menos, 60 por ciento tiene alguna discapacidad y 23.1 por ciento son niños.

También se encontró que de las personas en situación irregular, el 91 por ciento están desempleadas, mientras que el 39.7 por ciento tienen alguna condición de enfermedad mental, el 29.4 por ciento vive en situación de calle, casi el 30 por ciento ha experimentado una situación de violencia de género, el 15 por ciento pasó tiempo en la cárcel, el 12.5 por ciento reportó problemas de adicción y el 10.7 por ciento son veteranos de guerra.

La doctora Moya mencionó que la situación de albergue o de calle realmente se deriva de una realidad de interseccionalidad, en donde tiene que ver el género, el estatus social, la niñez, la historia de vida y la etnia, y apuntó que “si algo necesita nuestra frontera es un liderazgo que transforme, que comparta, que valide, que ayude a crear puentes y donde realmente se transformen políticas en acciones”.

Para cerrar, la especialista resaltó la importancia de generar políticas de acceso a la salud mental, así como la activación de la Comisión de Salud Fronteriza estadounidense. “Los vínculos binacionales son muy importantes ahora más que nunca. Soy de la idea de que las fronteras nos tienen que unir. No podemos permitir que ni los muros ni las políticas separen la voluntad sobre todo en la salud, que es un puente y que es importante protegerla”, concluyó.

Diego C. Alverdi