Las emociones son experiencias de lo que está ocurriendo en el ambiente, las cuales llevan a experimentar miedo, felicidad, tristeza o apatía. Las personas adquieren distintas habilidades para moderarlas apropiadamente, pero pueden tener dificultades en la regulación emocional, lo que puede influir mucho sobre la decisión de cómo y qué comer.

El hambre es una respuesta fisiológica que se activa cuando hay una disminución de nutrientes, lo cual genera el deseo de comer, apuntó la doctora Angélica Juárez Loya, profesora en la Coordinación de Psicología Clínica y de la Salud de la Facultad de Psicología de la UNAM, durante la conferencia “Relación entre las emociones y la alimentación”, moderada por la doctora Elvira Sandoval Bosch, Coordinadora de la Licenciatura en Ciencia de la Nutrición Humana de la Facultad de Medicina, transmitida por Facebook Live (https://bit.ly/3yu0hmI) y YouTube (https://bit.ly/3M9fLQX).

“Generalmente comemos por hambre (saciedad), por gusto al sabor de los alimentos (palatabilidad) o normas de adecuación (comer de forma socialmente aprobada)”, indicó la especialista al mencionar que en la elección de alimentos influye la capacidad de las personas de manejar sus emociones apropiadamente, ya que hay ciertos sentimientos negativos que pueden provocar una ingesta más elevada o sobreingesta, como son: enojo, ira, apatía, frustración, estrés, miedo, pena, ansiedad, inquietud, soledad y aburrimiento.

La doctora Juárez Loya presentó un estudio en el que se evaluó a 800 jóvenes estudiantes mexicanos, a quienes se pidió que hicieran una lista de los alimentos que más comían, y también pusieran las emociones que consideraban estaban asociadas a ellos. Resultó que las emociones principales que describen en su dieta son felicidad, interés, diversión, amor y risa. Esto debido a que su consumo tiene que ver más con comidas menos saludables, por ejemplo: pan, pasta, tacos, quesadillas, refresco, agua de sabor, café, galletas, yogurt, cereal y papas.

“Es muy interesante observar cómo esta dieta a lo mejor no tan balanceada, ni tan pensada para la salud, es la que genera más alegría y disfrute. Nos está diciendo parte de lo importante que es reconocer que, sin duda, la cuestión del sabor de los alimentos también genera un estado emocional de bienestar”, indicó.

La doctora Juárez Loya colaboró en otro estudio de la Facultad de Psicología, donde participaron mil 164 adultos mexicanos de entre 18 y 65 años en las categorías de peso normal, sobrepeso y obesidad. En los resultados se encontró que la sobreingesta se ve influenciada por las emociones, donde la depresión es la que tiene más predominio en la alteración de la ingesta en los tres grupos.

De igual manera, señaló que la ansiedad genera una sobreingesta en las personas con sobrepeso, mientras que en los que tienen un peso normal, esta emoción hace que eviten la sobreingesta.

“En definitiva, las personas necesitamos ampliar nuestros conocimientos sobre lo que significa una buena dieta, es decir, tener calidad y una apropiada cantidad de alimentos. También necesitamos aprender a manejar las emociones y a regularnos ante la presión social en momentos de comer”, concluyó la doctora Juárez Loya.

Karen Hernández