“En los últimos años hemos estado experimentando una profunda crisis y estancamiento en materia de salud. Necesitamos llevar este sistema sin subjetividad, sin conflicto de intereses, y plantear realmente dónde estamos, dónde podríamos estar y poder decidir si el futuro lo vamos a vivir o lo vamos a sufrir”, reflexionó el doctor Gustavo Olaiz Fernández, Coordinador General del Centro de Investigación en Políticas, Población y Salud (CIPPS) de la Facultad de Medicina de la UNAM, durante la inauguración de la mesa redonda “¿Cómo evaluamos el sistema de salud en México?”, panel convocado en el marco de la Semana de la Evaluación 2023, evento global que este año lleva el lema “El futuro del M&E: cultura, contexto y colaboración”.

El pasado 1 de junio, la Sala de Situación del CIPPS fue punto de reunión de importantes reflexiones y perspectivas por parte de expertos en el tema, quienes compartieron sus puntos de vista acerca de los desafíos evaluativos que enfrenta el sistema de salud en el país a partir de las reformas realizadas en los años recientes, así como posibles soluciones para su mejora.

En México, el sistema de salud se compone de tres elementos principales que funcionan simultáneamente: Esquemas de seguro social basados en el empleo, servicios de asistencia pública para aquellos que no cuentan con seguro, y el sector privado conformado por proveedores de servicios y aseguradoras independientes. Una segmentación que se basa en el empleo y la economía, y que repercute en la cobertura de enfermedades y calidad de tratamientos médicos que puede ofrecer cada uno de ellos.

Respecto a ello, el doctor Juan Pablo Gutiérrez, académico del CIPPS y moderador del evento, guió la discusión en el cambiante diseño metodológico del sistema de salud mexicano, las posibles ventajas o desventajas de las nuevas reformas, y los principales retos para contribuir a una mejor salud en el país.

“Es una tarea desafiante el evaluar al sistema fragmentado que nos rige, partiendo de que en un marco de derechos uno aspiraría a que se tuviera un acceso a la mejor terapia sin importar el subsistema. Podríamos tomar como punto de referencia lo que el Estado prometió: infraestructura y equipamiento, personal, abasto y conservación. Pero, si las personas teniendo acceso a los servicios de salud, optan por un sistema privado, entonces implícitamente el comportamiento señala que hay un problema en la ejecución, tanto interno como externo”, apuntó la doctora Rosario Cárdenas, investigadora y académica del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social.

En este contexto, el doctor Adolfo Martínez Valle, Director de la Unidad Académica del CIPPS, consideró que más allá de los medicamentos e instalaciones adecuadas, la evaluación debiera regirse en el acceso. “El escenario se complica si no existe voluntad política, es decir, si no existe la voluntad de evaluar por parte del Estado. Por muy depurado que sea el marco metodológico, sin interés no habrá indicadores que valgan porque no habrá quién los monitoree”.

Debemos encontrar un modelo de evaluación que nos permita saber cuánta gente está cubierta en término de población e intervenciones, no dejando de lado la protección financiera, pero centrándonos en el acceso efectivo (la cantidad de población asegurada que realmente usa los servicios) y en la capacidad resolutiva de los sistemas”, añadió.

Por su parte, la doctora Laura Flamand, profesora e investigadora en el Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México, comentó que “la fragmentación en subsistemas nos lleva a la fragilidad, lo que a su vez nos impide planear y optimizar recursos. A lo largo de nuestra historia, y en el panorama global hemos visto que sí es posible y viable un sistema unificado e integral; hemos tenido la oportunidad de trabajar en un modelo de comunicación y participación conjunta, pero lo hemos dejado pasar”.

De igual forma, mencionó una de sus investigaciones, la cual consistió en preguntar al sector comerciante cómo planeaba la cobertura de su salud, y las respuestas le asombraron: “Fue impresionante reconocer que la mayor parte de la población, y en específico los sectores con mayores limitaciones económicas y sociales, desconocen el carácter de la salud como derecho universal, lo que conduce a que no exista una aspiración social de que podemos tener un mejor sistema de salud. Es necesario construir ciudadanía en salud donde las personas demanden sus derechos”.

Fotografías: Carlos Díaz

En México la población se acerca a los 130 millones, y en un escenario ideal cada ciudadano debe acudir mínimo una vez al año a una revisión médica, con el objetivo de un diagnóstico temprano, siendo éste la única posibilidad de tener un tratamiento oportuno. La realidad no es así, lo que ha llevado al sistema a otorgar tratamiento a las complicaciones de esas enfermedades prevenibles y, en consecuencia, mayores gastos presupuestales.

Los expertos coincidieron en que las reformas recién aprobadas a la Ley General de Salud buscan poner el foco de la salud pública (prevención) en la atención médica (de la enfermedad), un enfoque que traerá mayores consecuencias en un futuro, tal y como sucedió en la pandemia de COVID-19, en la cual los sistemas trabajaron en conjunto para la resolución de una sola patología, pero descuidaron las ya existentes, sumando sus secuelas al daño acumulado.

A modo de integración y como medida resolutiva para lograr una cobertura universal deseable, se sugirieron varias herramientas, entre las que destacaron: la planeación basada en evidencia, el análisis de un diagnóstico situacional en salud que contemple mortalidad, morbilidad y discapacidad, y los presupuestos suficientes.

Finalmente, el doctor Olaiz Fernández expresó que, si bien nunca ha habido duda de lo imperativas que son nuevas reformas al sistema de salud mexicano, cada día más crece la urgencia de hacerlo bien. Asimismo, manifestó que superar la crisis actual y garantizar un sistema de salud eficiente y equitativo dependerá de la voluntad política, la participación ciudadana y la implementación de medidas que aborden estos desafíos de manera integral.

Athziry Portillo