La violencia, en todas sus manifestaciones, ha sido un desafío constante a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, en la actualidad, se ha vuelto más urgente que nunca replantear la comprensión y el análisis de este fenómeno complejo, razón por la que el Departamento de Salud Pública (DSP) de la Facultad de Medicina de la UNAM realizó la mesa redonda “Claves para una nueva crítica de la violencia”, con el objetivo de brindar a la comunidad estudiantil la oportunidad de acercarse a estas temáticas sociales.

En el auditorio “Dr. Fernando Ocaranza”, la doctora Guadalupe Alvear, académica del DSP, señaló que en esta mesa redonda “queremos reflexionar sobre la violencia, que, aunque se manifiesta a través de conductas y comportamientos aprendidos, inherentes a una sociedad de barbarie, necesitamos transformarla en escenarios más acordes con una vida de igualdad. Es fundamental, desde la pluralidad de esta Universidad y de esta Facultad, abordar los problemas colectivos de salud desde significaciones que humanicen el conocimiento y no criminalicen la pobreza, la condición de género y la edad, para proyectar la violencia más allá del acto y entenderla como resultado de procesos sociales”.

Asimismo, enfatizó que como sociedad no podemos permitirnos simplificar la violencia como una mera consecuencia de la pobreza, pues es crucial considerar las condiciones económicas que impulsan la violencia como un mecanismo de arraigo en la preservación y acumulación de capital: “Al examinar el panorama epidemiológico de violencia en nuestro país, se hace evidente que los principales objetos de violencia son aquellos individuos que se encuentran en una situación de desigualdad social, marginados y estigmatizados debido a su condición de pobreza. Al mismo tiempo, se ven atrapados en un ciclo que los coloca tanto como víctimas, como victimarios; sin embargo, debemos reconocer que la violencia tiene sus raíces en un contexto social y cultural más amplio”.

En su participación titulada “La brutalidad utilitaria: redefiniendo la violencia”, el doctor Daniel Inclán Solís, responsable del Seminario de Economía Política de la Violencia (SEPV) del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, comentó que el interés de abrir un espacio como éste en la Facultad de Medicina es para tratar de tejer puentes entre los distintos espacios universitarios, porque la violencia es un problema multidimensional que requiere la concurrencia de muchos saberes; asimismo, externó que para entender esta problemática, debemos de abandonar la idea de que la violencia es una patología social, ya que las comunidades en sí mismas no pueden enfermarse ni considerarse saludables. En cambio, hay que reconocer que existen sociedades en las cuales las condiciones de vida son más dignas que otras.

Asimismo, el doctor Inclán Solís invitó a los asistentes a trabajar colaborativamente para conjuntar saberes: “Debemos considerar siempre el contexto histórico, la política subyacente en los actos de violencia, las relaciones de poder que la hacen posible y, sobre todo, reconocerla como una forma de disputar la materialidad de las vidas humanas. Las prácticas expansivas de la violencia son una lucha por los cuerpos y los espacios que ocupan y, en este sentido, la Medicina puede ofrecer valiosas contribuciones si se aleja de los discursos que simplifican la relación entre la pobreza, la falta de alimentación, la carencia de afectos o el analfabetismo con la violencia.

Fotografía: Carlos Díaz

En “Toda violencia es política: represión y desaparición”, el licenciado Camilo Vicente Ovalle, miembro del SEPV, afirmó que, desde su perspectiva, la falta de alimentación sí genera violencia, ya que representa una forma de desigualdad en el acceso a necesidades básicas, pues el hecho de padecer hambre tiene efectos políticos muy concretos, debilitando a la sociedad y dificultando la capacidad de resistir u oponerse a las injusticias sociales: “El acto barbárico no siempre se presenta como tal, sino que se procesa como un acto racional en medio de procesos que nosotros asumimos naturales, por eso la reflexión ética es importante, pues es el único medio que tenemos como personas para determinar si lo que vivimos es violencia o no”.

“El dilema en torno a la violencia radica en la percepción de que es un fenómeno ajeno a nuestras comunidades, cuando en realidad, se gesta y perpetúa en nuestros propios espacios; en segundo lugar, existe la creencia errónea de que si la violencia es externa, la única solución debe provenir de afuera y esperar que desaparezca como por arte de magia. A pesar de que la política desempeña un papel significativo, la acción colectiva, la organización y el apoyo mutuo también son fundamentales para abordar este desafío, la participación de todos es importante para entender los tipos de violencia”, puntualizó el participante.

Por su parte, la licenciada Guadalupe Andrade Olvera, integrante del SEPV, abordó el tópico “La carne de la violencia: especismo y alimentación” y señaló que la presencia predominante de la carne en los patrones dietéticos occidentales es un problema, ya que “resulta sorprendente que, a pesar de contar con una producción alimentaria mundial que supera ampliamente las necesidades de la población global, aproximadamente una tercera parte de la humanidad sigue privada de este derecho humano, lo que refleja una injusta distribución de recursos y acceso a la alimentación a nivel global”.

Finalmente, comentó que “un asunto que nos concierne directamente es que muchas veces la comunidad académica tiende a respaldar un sistema de creencias arraigado en la idea de que existen respuestas únicas, como por ejemplo, la definición de una sola dieta carnívora, cuando incluso en el campo de la Biomedicina buscan alternativas de fuentes de proteína no animales que son incluso más beneficiosas para la salud, tanto a nivel individual como social y territorial. Los invito a reflexionar acerca de estas formas de violencia de producción y consumo de carne”.

Por Karen Hernández