El Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UNAM, en conjunto con el Programa Universitario de Bioética, exploró el intrigante tema del “Fundamento nervioso de la conciencia”, bajo la guía y pericia del doctor José Luis Díaz Gómez, Investigador Titular “C” del Departamento de Historia y Filosofía de la Facultad.

Inicialmente, se presentaron los conceptos biológicos de “sentir” (conciencia básica) y “saber” (conciencia extendida de alto orden), así como los términos esotéricos de Qualia (qué se siente), Quid (objeto del sentir), y Quidditas (adaptación al medio); descripciones que en su conjunto hacen referencia a una conciencia viviente, fundamental en la evolución de los seres vivos y dependiente de tres características fisiológicas: excitabilidad (activación celular por estímulos), sensibilidad (respuesta a estímulos) y sentido (conducta con dirección).

Durante su ponencia, el doctor Díaz Gómez citó a expertos como Christof Koch y David Chalmers. Koch, especialista en neurociencia, describió la captación de una escena a través de la vista y la formación de un lenguaje neuronal que culmina en lo que él denomina “Correlato Nervioso de la Conciencia” (NCC, por sus siglas en inglés), un subgrupo de potenciales de acción cerebrales responsables de la experiencia consciente de lo que se mira. Es en este modelo donde la pregunta surge y persiste: ¿cómo exactamente una red neuronal que comienza con determinado tipo de código, da origen y se correlaciona de manera posterior inmediata con una imagen consciente?

Cuestionamiento al que Chalmers, destacado neurofilósofo, relacionó con los “problemas difíciles” de la conciencia. Mientras que los “problemas fáciles” pueden abordarse con métodos de neurociencias cognitivas y conductuales, los difíciles, centrados en la experiencia y la subjetividad, desafían la comprensión. Para ello, señaló la necesidad de un modelo aceptable para buscar la conciencia en el cerebro y un método fidedigno para analizarla, y propuso requisitos indispensables que permitiesen constituir el NCC, tales como: disponibilidad global de estados mentales, coherencia, enlace, autonomía y conducción.

Con relación a ello, el ponente habló también de la “Teoría del enjambre”, misma que recibe el nombre derivado a la conducta unitaria de sincronización en los enjambres, parvadas y cardúmenes, y sugiere que el NCC puede ser una actividad intermodular emergente con el mismo comportamiento y forma, lo que a su vez plantea la hipótesis de que la conciencia fenomenológica y el enjambre cerebral son dos aspectos diferentes de un mismo proceso, no sólo material, sino también psicofísico.

Fotografías por Adrián Álvarez

Finalmente, el formato híbrido del evento organizado por la Coordinación de Investigación del Departamento de Fisiología, permitió la participación de los presentes en el auditorio “Dr. Alberto Guevara Rojas” y en la transmisión por YouTube, otorgando un espacio de reflexión y cuestionamientos fascinantes sobre los misterios aún sin resolver de la conciencia humana.

Por Athziry Portillo