“En el duelo se conoce la pérdida; cuando sabemos lo que hemos perdido, lo que enfrentamos es un proceso de adaptación y de reconstrucción. En cambio, en la depresión no se sabe con claridad qué se ha perdido, y por eso el sufrimiento se vuelve patológico”, explicó el maestro Luis Trejo González, especialista en psicoterapia psicoanalítica.
Como parte del programa de difusión de la Coordinación de Investigación del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina, el pasado 14 de noviembre se transmitió por YouTube la sesión número 39 del Seminario de Investigación en Salud Mental. Dicha actividad es iniciativa de la doctora Ingrid Vargas Huicochea, Coordinadora de Investigación del Departamento y, en esta ocasión, se tituló “Clarificando el diagnóstico de duelo”, con lo que se buscó abrir un espacio destinado a profundizar en los límites, matices y particularidades de esta experiencia humana tan universal como compleja.

El ponente explicó que el duelo no es sólo una respuesta emocional ante la pérdida, sino un proceso profundamente humano que involucra dimensiones biológicas, psicológicas, sociales y culturales. Con esa perspectiva integral, abordó la temática del duelo desde la clínica psicodinámica y la práctica terapéutica contemporánea, enfatizando la importancia de distinguirlo de la depresión, así como de reconocer el papel del contexto cultural en la elaboración de la pérdida.
Añadió que la exploración del estado mental es una herramienta esencial para el abordaje clínico del duelo: “Nos permite revisar paso por paso y de forma metódica las funciones mentales fundamentales”, señaló al subrayar que en el ámbito de la salud mental es necesario mantener el orden diagnóstico incluso frente a psicopatologías desorganizantes. Indicó que la evaluación incluye áreas como la presentación, la conducta motora, el estado afectivo y emocional, la cognición, la percepción y el pensamiento, con el fin de clarificar procesos frecuentemente confundidos como el duelo y la depresión.

Añadió que esta distinción es clave, ya que la depresión no implica un objeto de pérdida identificado, sino una internalización del dolor que interrumpe la función. En cambio, el duelo, aun siendo doloroso, constituye un proceso de adaptación que puede derivar en un crecimiento psíquico. Por ello, recomendó basar la intervención en métodos clínicos sólidos y no sólo en la intuición o el ojo clínico, recordando que el profesional debe sostener su propio marco de organización para acompañar adecuadamente al paciente en momentos de vulnerabilidad.
El maestro Trejo destacó la reflexión sobre los rituales como herramientas terapéuticas, al relatar experiencias clínicas en las que las cartas de despedida o los muñequitos guatemaltecos llamados ‘cuentapenas’ han resultado útiles, sobre todo en el trabajo con niñas y niños: “No es sólo el cuento, sino el significado de lo que está haciendo el paciente; eso ayuda mucho a procesar”. Estos actos simbólicos, dijo, facilitan la elaboración emocional y pueden integrarse como parte de un acompañamiento respetuoso y empático.

Asimismo, destacó que el abordaje del duelo debe considerar los saberes culturales y ancestrales de cada persona. “No podemos quitar la parte cultural; si desconozco mi propia historia, me imposibilito en mi ejercicio terapéutico”, advirtió al señalar que la identidad cultural del terapeuta influye en su comprensión del proceso de pérdida. Añadió que trabajar con comunidades específicas requiere tropicalizarse, es decir, adaptarse y comprender los significados locales del sufrimiento y la sanación, pues imponer un modelo universal sería un error clínico y ético.
En la parte final, ante una pregunta del público sobre los modelos psicológicos más adecuados para el trabajo con duelo, el maestro Trejo explicó que la elección depende del tipo de pérdida y de la urgencia de intervención: “Podemos aplicar desde primeros auxilios psicológicos hasta un acompañamiento prolongado o una terapia psicoanalítica expresiva”, indicó. Lo esencial, agregó, es sostener la escucha y respetar el ritmo del paciente en su tránsito por la pérdida.
La sesión concluyó con una invitación a mirar el duelo no sólo como un estado de tristeza, sino como un proceso de reorganización emocional, simbólica y cultural, que puede abrir espacio a la comprensión, la empatía y la reconstrucción del sentido vital.
Jorge Ugalde


