Hasta antes de la emergencia sanitaria se asociaba a la mala alimentación con problemas de obesidad y algunas enfermedades. Hoy en día, se ha encontrado que estos padecimientos traen serias consecuencias ante nuevos virus, como ha ocurrido con el coronavirus.
“Resultados preliminares de varios estudios demuestran que la alimentación basada en alimentos ultra procesados (UP) pone a las personas en riesgo de sufrir COVID-19, debido a la alteración del microbioma intestinal, porque hay una disfunción metabólica y del sistema inmunológico. Se ha asociado con el asma, enfermedades inflamatorias crónicas, obesidad y esteatohepatitis no alcohólica”, explicó la doctora Laura Moreno Altamirano, académica de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Durante su conferencia “Alimentos ultra procesados y COVID-19”, trasmitida por Facebook Live de la Facultad como parte del Seminario Permanente de Salud Pública, la especialista habló de los alimentos UP, antes llamados comida chatarra, la forma de consumo masivo y de su poco valor nutricional.
Después de hacer un recorrido sociohistórico de la venta y publicidad de estos productos, explicó que la combinación de ingredientes altos en azúcares, sal, grasas saturadas, harinas refinadas y aditivos, hacen a estos alimentos adictivos, por esa razón suelen ser más consumidos que las frutas y verduras.
Esta forma de alimentación se ha presentado desde antes de la pandemia, y se ha intensificado por creencias que ponen a los alimentos ultra procesados como más seguros y sanitizados, debido a su paso por laboratorios y la tecnología utilizada en su elaboración, así como por su costo accesible a la economía familiar, indicó la experta.
De acuerdo con los datos presentados por la doctora Moreno Altamirano, hasta el 25 de septiembre en México se ha encontrado que de los casos confirmados con COVID-19, el 19.40 por ciento correspondió a pacientes con hipertensión arterial; el 18.52 por ciento, a personas con obesidad; 15.82 por ciento, en pacientes con diabetes, y 7.26 por ciento, en quienes consumen tabaco, debido al daño que estas enfermedades ocasionan en el cuerpo. Asimismo, se ha reportado en la literatura que los principales factores de riesgo de letalidad en COVID-19 son diabetes, obesidad, EPOC y edad avanzada.
“Estos alimentos carecen de vitaminas, minerales, grasas saludables, proteínas de alta calidad, enzimas vivas y en particular de fibra, lo cual genera trastornos digestivos, aumentan los niveles de azúcar en sangre y comprometen el microbioma intestinal, que desempeña un papel importante en el sistema inmunológico y en el mantenimiento de la salud en general”, apuntó la doctora Moreno Altamirano.
Asimismo, advirtió sobre el riesgo sufrido por las comunidades más pobres, en el país y en el mundo, pues al no tener acceso a recursos económicos, geográficos, culturales y físicos, se vuelve complicado conseguir alimentos saludables, haciendo de los productos ultra procesados la única opción para comer, tanto por su precio como por su cercanía a ellos.
“Los gobiernos, además de pugnar porque las personas se queden en casa durante la pandemia de COVID-19, deberían recomendar la adopción de una alimentación saludable. Incluso, ante la alta posibilidad de pasar por otra pandemia viral, la población estaría mejor equipada y con mejor salud”, concluyó la especialista.
Eric Ramírez