La hija oscura cuenta la historia de Leda Caruso, quien va de vacaciones al mar y se ve consumida por una madre y su hija mientras las observa en la playa, intrigada por su relación. Leda se siente abrumada por sus recuerdos de su maternidad, y un acto impulsivo la envuelve en sus propios pensamientos, donde se ve obligada a enfrentarse a las decisiones poco convencionales que tomó como madre y sus consecuencias”, explicó la médica pasante Margarita Quetzalli Santos Alcocer, quien moderó el cine debate de mayo organizado por el Programa de Estudios de Género en Salud de la Facultad de Medicina de la UNAM.

La ponente fue la maestra Grace Méndez Luna, estudiante de posgrado en la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Iztapalapa, quien comentó que esta película es un importante ejemplo de los mandatos de género que hay sobre la maternidad, y las experiencias de las aspiraciones y la sexualidad de las mujeres.

Asimismo, señaló que los valores al ejercer la maternidad y la paternidad difieren según el sexo, en donde a las mujeres por hecho de tener la capacidad de gestar se les asigna el rol de la maternidad como si el instinto maternal se tratara de una característica natural a la biología de las mujeres.

Agregó que en el siglo XVIII se definió que el sexo estaba constituido por el género, es decir, a la mujer se le asignaba un rol pasivo y al hombre uno activo por sus características biológicas, esto que continua en la actualidad minimiza la sexualidad femenina, de tal forma que la mujer sirve de manera exclusiva para la reproducción por el hecho de tener biológicamente la capacidad de gestar.

Sin embargo, explicó que eso no quiere decir que la mujer no tenga opción y permanezca atada a normas genéricas, ya que todas poseen una capacidad de acción llamada “mediación reflexiva”, con la cual pueden elegir ser madres o no, a pesar de los mandatos culturales que la sociedad ha impuesto.

“La autora Élisabeth Badinter afirma que la maternidad tal como la conocemos ahora es una construcción social, la cual se ha ido modificando y resignificando a lo largo de la historia. Badinter demuestra que el amor maternal es una invención que se remonta al último tercio del siglo XVIII, como producto de un esfuerzo por parte del Estado para aminorar la muerte infantil en el primer periodo de la infancia, relegando los cuidados a las madres de esta forma”, comentó.

Así, indicó que el instinto materno no es algo que innatamente toda mujer tiene, sino una construcción social, punto al que le interesaba llegar para retomar a la protagonista de la película, quien parece cargar con culpa a lo largo de toda su vida adulta debido a que decidió irse de casa y no había visto a sus hijas durante tres años.

De esta manera, la maestra Méndez Luna concluyó cómo una mujer, en este caso Leda, quien decide no seguir con el mandato de ser madre, es juzgada por la sociedad y por ella misma debido a esta construcción social que hay en torno a ser lo que se espera que sea una mujer, es decir, una madre. Al final la ponente invitó a los presentes a cuestionar el orden de género binario que asigna el rol de la maternidad, sin olvidar que las mujeres son personas con aspiraciones, deseos sexuales, emociones y experiencias.

 Karen Hernández