Durante 102 años, el antiguo Palacio de la Inquisición alojó aulas, laboratorios, anfiteatros y sirvió como hospedaje para estudiantes, biblioteca, archivo y oficinas, donde profesores y jóvenes aprendices dieron vida y ambiente a la Escuela Nacional de Medicina (ENM).

Si bien el Establecimiento de Ciencias Médicas abrió sus puertas en 1833 con 71 alumnos inscritos, la matrícula aumentó al grado de que las instalaciones del barrio universitario del Centro Histórico de la Ciudad de México eran insuficientes, razón por la cual se planteó la construcción de la Ciudad Universitaria, y el 22 de marzo de 1954 se realizó la entrega oficial de las nuevas instalaciones al sur de la ciudad que unirían paulatinamente en un solo predio a las escuelas antes dispersas en diferentes inmuebles.

Fotografía tomada de la Crónica de la Facultad de Medicina (1950-1971)

Fue el 17 de marzo de 1956 que se reunieron en el patio del Palacio de la Escuela de Medicina los profesores, alumnos y personal administrativo para despedirse del inmueble; “Si tus paredes oyen, querida Escuela, te agradecemos. De tus aulas han salido gentes ilustrísimas. No abandonaremos este edificio, seguirá siendo nuestro. Te damos nuestra despedida y escucha nuestros juramentos de que te veneraremos siempre como el primer día que venimos a estudiar”, externó en su discurso de despedida el doctor Raoul Fournier Villada, entonces Director de la ENM (1954-1962).

Por su parte, el doctor Ignacio Morones Prieto, Secretario de Salubridad y Asistencia, en representación del licenciado Adolfo Ruiz Cortines, Presidente de la República, pronunció unas palabras y entregó al decano de los profesores la bandera nacional y los estandartes de la Escuela.

Para sumar solemnidad a la ceremonia, la banda de artillería de la Secretaría de la Defensa Nacional interpretó el Himno Nacional y el de la ENM, y al momento de cerrar las puertas del Palacio, entonaron Las Golondrinas, a la vez que levantaron pañuelos blancos como símbolo de despedida del edificio barroco.

Fotografía tomada de la Crónica de la Facultad de Medicina (1950-1971)

En la emotiva ceremonia no podía faltar la porra universitaria en la que participó toda la comunidad médico-administrativa, y después de un largo recorrido hacia el sur de la ciudad, terminaron el evento de transición en el auditorio de la nueva Escuela, donde nuevamente se proclamaron discursos: “La aurora comienza, bienvenidos, han caminado en plena luz; desde el sol vertical que caía en Santo Domingo hasta este crepúsculo ligado con la aurora; las actuales reformas, el nuevo sistema pedagógico tienden a establecer un mayor acercamiento entre el profesor y el alumno”, indicó el doctor Fournier Villada.

Con el traslado de la ENM a Ciudad Universitaria, el doctor Fournier Villada trabajó por una Medicina integral humanística: integró un programa bio-psico-social y creó una conciencia profesional de compromiso social; además, fortaleció la estructura departamental de la Escuela, lo que permitió no sólo impartir una enseñanza teórico-práctica, sino también fomentar la investigación y difusión del conocimiento.

Con información de la Dra. Martha Eugenia Rodríguez Pérez, Profesora Titular
“C” de Tiempo Completo y exJefa del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina, Facultad de Medicina, UNAM.

Por Karen Hernández