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Para Quetzally Zarate Amezcua, estudiante de séptimo semestre de la Licenciatura de Médico Cirujano de la Facultad de Medicina de la UNAM, el bordado, el ukelele y el canto se convirtieron en un lugar de relajación durante la pandemia.

“Recuerdo que veía muchas cosas en Instagram sobre bordado y sobre personas que lo hacían, y me empezó a gustar, comencé a generar ese interés de querer hacerlo”, recordó Quetzally, quien obtuvo el primer lugar en un concurso de bordado de la Liga Estudiantil Médica Puma (LEMEP), una asociación creada por estudiantes de la Facultad de Medicina.

Sus primeros bordados fueron dedicados a la Medicina, como corazones y cerebros. Después empezó a bordar siluetas de personas, las cuales le daban paz y tranquilidad.

Por otro lado, Quetzally aprendió a tocar el ukelele y lo incorporó con otro de sus talentos: el canto. “Me compré un ukelele de los más sencillos, lo comencé a practicar y me gustó. Cantar lo he hecho desde la secundaria y con el ukelele he publicado videos en Instagram de mí tocando, y en general lo tocó en reuniones familiares”, mencionó.

También es miembro de los “Charapenses”, una sociedad de personas que nacieron en Charapan, Michoacán, y su objetivo es preservar sus tradiciones y mostrárselas a otras personas: “Lo que intentamos es preservar ciertas danzas y enriquecer más la cultura aquí en la ciudad”, expresó Quetzally.

Ellos presentan un número llamado “El baile de los monos”, muy representativo de Charapan; y “El baile de los negros”, representativo de Tingambato, otro municipio del estado de Michoacán.

Quetzally consideró que el bordado, el ukelele, el canto y el baile se convirtieron en un lugar seguro donde se siente cómoda, tranquila y mejor consigo misma. “Todo lo que hago me divierte mucho. En mi caso, siento que es muy bueno porque no todo es la licenciatura y no toda nuestra vida debe girar en torno a la Medicina”, manifestó al considerar que todos deberían tener un hobbie ajeno a la carrera, ya que permite tener una perspectiva más amplia y equilibrio en la vida.

Por Diego García