#TALENTOFACMED

La música y la Medicina son dos pasiones que se complementan en mi vida”, expresó Litzy Aridai Garibay García, estudiante de 5to semestre de la Licenciatura de Médico Cirujano, quien desde pequeña quería dedicarse al cuidado de la salud y ahora persigue sus metas académicas sin dejar de la-do su gran talento para la música y los instrumentos de cuerdas.

“Primero aprendí a tocar la mandolina, después me interesó el violín pero temía que fuera difícil, sin embargo, con las habilidades y conocimientos que adquirí para la mandolina me resultó bastante sencillo aprender a tocarlo, después empecé a tocar el ukulele porque siempre me pareció bonito por su tamaño y fue muy sencillo hacerlo por todo lo que ya había practicado”, recordó con alegría.

Cuando comenzó a estudiar Medicina, Litzy se dio cuenta de que ya no tenía tiempo para tocar sus instrumentos como antes, pues ahora se enfocaba mucho en la escuela, por lo que le recomendaron retomar sus pasatiempos. “Reencontrarme con esta pasión me ayudó a controlar las emociones negativas. La música es parte fundamental de mi vida, en ella encuentro tranquilidad y por eso he aprendido a dedicarle un espacio en mi día a día”, resaltó.

La música dentro de la Medicina no solamente le ha ayudado a mejorar su salud física y mental, sino también ha sido una valiosa herramienta de aprendizaje en su plan de estudios, “cuando cursé la asignatura de Cirugía, me di cuenta de que la manera de tomar el arco del violín era muy similar a cómo tomar un bisturí u otros instrumentos quirúrgicos y eso facilitó en gran medida mi desempeño en la materia”, expresó Litzy.

Actualmente, forma parte de un grupo musical con el que ha hecho presentaciones en vivo y ha desarrollado la capacidad de crear ensambles musicales y componer melodías con sólo escuchar la voz, por lo que en sus planes a futuro considera la posibilidad de entrar a la Facultad de Música de la UNAM para dominar los instrumentos que ya toca, aprender a crear música con otros y aprovechar sus cualidades en este ámbito.

Por L. Ixchel Díaz