“Estudié Medicina porque cuando era niña viví una experiencia que me motivó a ayudar a las personas a recuperar su salud y hoy que estoy realizando mi Servicio Social en el primer nivel de atención, doy lo mejor de mí para prevenir y tratar adecuadamente a las personas”, expresó Brenda Itzel Tlacomulco Jiménez, médica pasante en la Unidad de Medicina Familiar #1 de Ciudad Obregón, Sonora.

“No estaba dentro de mis planes elegir una sede foránea, sin embargo, el haber tomado esta oportunidad y contribuir en la mejoría de la atención médica en el norte del país representa un gran logro en mi vida personal y profesional”, aseguró al considerar que a pesar de las dificultades que se presentan en el sistema de salud para la atención de la población, las pequeñas acciones como una sonrisa y buena disposición en su labor diaria influyen de manera positiva en la calidad del servicio a los pacientes. “Agradezco al personal de la UMF #1 y a la comunidad por haberme dado una gran bienvenida”, expresó.

Compartió que después de haber hecho su Internado Médico en un hospital de tercer nivel con todas las facilidades, ha sido un reto adaptarse a las carencias y demandas de una clínica de primer nivel, pues ha tenido que idear estrategias para trabajar con los insumos con los que cuenta, “he aprendido a modificar el tratamiento y los medicamentos de algunos pacientes de acuerdo con la disponibilidad, siempre con bases científicas a través de la investigación y los conocimientos que adquirí en la Facultad, aunque no siempre es posible”, mencionó y enfatizó en la importancia de recordar que no todas las intervenciones son fármacos o cirugías, sino que muchas soluciones se encuentran en proporcionar a la comunidad medidas y acciones de prevención.

“Me he percatado de que los problemas de salud son diferentes en cada población, hay algunas enfermedades que son predominantes aquí, que solamente vi en las materias de los primeros años y no había tenido la oportunidad de tratar, como el dengue”, comentó al invitar a sus compañeros estudiantes de Medicina a que repasen diariamente lo que les enseñan en sus clases, pues en cualquier momento podrían utilizarlo.

Además de crecer en el ámbito profesional y académico, haberse mudado de la Ciudad de México a Sonora también
ha enriquecido otras áreas de su vida
: “He vivido muchas cosas buenas que no están relacionadas con la carrera como ampliar mi círculo social, conocer y practicar otras costumbres, descubrir otras palabras y sus significados, visitar nuevos lugares y admirar otro tipo de vegetación a la que no estaba acostumbrada, como la cercanía entre el clima seco y el mar”, manifestó contenta, y añadió que uno de los aprendizajes más valiosos que ha tomado de esta experiencia es dejar el miedo a un lado y salir de su zona de confort.

“Actualmente no descarto la posibilidad de intervenir en políticas de salud pública en algún futuro”, puntualizó al asegurar que esta vivencia ha cambiado por completo su panorama acerca de la Medicina en México. Adelantó que sus metas próximas están enfocadas en realizar una especialidad al término de su Servicio Social.

Asimismo, recomendó a las y los alumnos de Medicina que están por iniciar su Servicio Social a que se aventuren por una sede foránea: “Si tienen la oportunidad, el apoyo y las posibilidades de irse a otro estado, háganlo. Es una experiencia inigualable que les dejará muchos aprendizajes en todos los sentidos”.

Finalmente, también les aconsejó investigar cómo está la situación en la sede y en la ciudad a la que irán, preguntar a generaciones anteriores sobre las actividades que se desempeñan, dónde pueden rentar, cómo es la comunidad y la cultura o cuáles son los lugares recreativos, y sobre todo que tengan la confianza de acercarse a la Coordinación de Servicio Social de la Facultad de Medicina ante cualquier situación para que tengan más seguridad de esta aventura.

Por L. Ixchel Díaz